Se extiende una mano

 

Se extiende una mano que sujeta el veneno
hacia el claro vacío que deja el llanto
no comprende de promesas
no respeta los pulmones
quiere diluirse junto a la vida
en el umbral en que todo termina
guarda su esperanza




De la civilización

De la civilización solo quiero el reflejo de una ciudad en movimiento y un bar y el anarquismo y el avance que adquirió la palabra sed con la refriega de los sueños contra los hospitales, en su piel, de la civilización, solo quiero la puerta de emergencia, para cuando estén en llamas las oficinas y las biblias y las cabinas de teléfono y todos los puestos de trabajo, en sus ojos, como un volcán, de la civilización solo quiero los ritos funerarios, para sacarme el país y las enciclopedias y hacerme incineradora, en sus llamas. De la civilización solo quiero el vino, como una sábana cuando todas las palabras sean salvajes, en su cuerpo.




Estigma

Imagen por Wojciech Grzanka

El estigma social hay que llevarlo como una granada.

El manicomio canta por los zoológicos de los burgueses y no de los animales exóticos.

El estigma, es un honor. Que no hablen de integración sino de desintegración.

La marginación es el punto de partida para hacerse persona.

No me quieran vender pastillas para andar por la línea recta de su código de barras.

Prefiero la vertical y la acuarela de escupitajos sobre el sistema.

Prefiero que me digan loca a que me digan ciudadana.

Que me tomen por un virus a por una semejante.




Servidora de las prisiones

Me quieres educada, bien vestida, a gramática correcta.

Me quieres, niebla, corrupción, enfermo civismo.

Me quieres pacífica, normal, desapercibida, voto de silencio, sociedad, subir la cabeza y bajar las ganas. Me quieres digna, de ésa justicia de perros de humo. Me quieres honrada, entre esas cadenas de peste. Me quieres con carrera entre esos burdeles de codicia. Me quieres en altura, en esa pirámide de la infamia. Me quieres, rata entre las ratas. Servidora de las prisiones de perfume, codigo de barras y asco.

Yo me quiero bicho. Yo me quiero recialicado del convexo de la lava.




Amor disecado

Disecado el amor sobre la mesita
lo veo con recelo apuntarme a los ojos
irónico final el mío y el suyo
él como adorno reciclado
yo como infame sentencia del olvido.




A cualquier plaga

Cultivo al dolor para que se enraíce profundo en la tierra
y broten tallos de decadencia en la impoluta labranza.
Vengan cuervos y jabalíes a recoger su cosecha.
Yo no espero entrar en comercio
sino dejar el legado del llanto a cualquier plaga.




La fatiga del preso

En el círculo de fuego bailan los que me negaron el nombre
en el rincón del exilio el tormento de quien ha dejado de ser
pasaron los taxis, se cerraron cortinas, la casa del amigo quedó en otro plano del tiempo
mi sangre, mi paraguas y el libro del Pesa-Nervios olvidaron darse la vuelta
en la fatiga del preso guardo la llave para sellar el candado
y quedar irremediablemente dentro.




Censura

Censura
porque el rojo de tu cara no soportaría los culos y orificios del asesino
Censura
porque los hierros de tu oído no soportarían los gemidos de placer del loco y la ramera
Censura la verdad
porque tu cuerpo burgués no entendería el hambre
Censura la palabra
porque tus justas lenguas no nombrarían al verso ni a la carne ni a la bandera quemada
Censura la muerte
porque tu dios ciego promete vida eterna.




Nadie llora de verdad

Qué importancia tiene haber perdido lo importante
en el espacio de la nada, él es nadie como yo,
como todas las virtudes, como todos los defectos.
Los barcos cargados de oro,
aquí sólo cargan vacío.
la existencia no aprieta, no hay lugar para que lo haga
ni la soledad, ni la muerte.
Unos llegan desde lo alto y tienen que lanzarse
Otros desde lo muerto y tienen que dejarse perecer del todo.
Aquí no es bello el amanecer ni es horrible el asesinato.
Nadie llora de verdad, ni ríe, ni ama, ni odia de verdad.
Aquí no se le da de beber a la verdad,
porque sólo ahogada sirve
para no servir de nada.




El único país

Suda en mi pared el recado de las sombras que advierten el desalojo de mi cuerpo sobre mi casa nunca fue mi casa, nunca estuve entera, ni dije yo con el convencimiento de serlo es lo apátrida de mi pensamiento en el pensamiento que se confunde con una persiana bajada o con alguien que se aleja barreré la ceniza y tiraré papeles, muchos intentos exiliados de reconstrucción pero no será mi asiento aunque permanezca días quieta en el, no será mi espejo aunque sea lo único que refleje una habitación parecida a mi habitación y cuando cierre la puerta y la noche se aloje en una mancha negra no será la noche la que quede en mis ojos cerrados ni será la habitación en el sueño del vino cuando entres silenciosa y me mires por la espalda y yo no me gire y tú no digas nada como si no estuvieras y yo haga que no me doy cuenta de que estás detrás de mí, queriéndome y calle para quererte, para poder huir, para entender el precio de permanecer en la sellada promesa que destruye mi ventana y hace que el único país sea el que no se siente.