El encuentro de mi novia con los júnjumos pitufos

Imagen: El encuentro de mi novia con los júnjumos pitufos, Víctor Atobas, 2024.
Pintura digital sobre imagen generada con IA

El encuentro de mi novia con los júnjumos pitufos

 

Víctor Atobas

 

Adobes
verdes
índices
comiences
sinopsis en página equis
encontrarán salutaciones
a las guarniciones
de la ronda de noche
que se preocupan por el brillo
lirismo fuera de surco de mi zoozobra
mientras me piden, con suma amabilidad,
que deje de prender luciernagal
en el fluente pedestal de cardeña:
¡saludos,
júnjumos pitufos,
saludos de un niño filósofo
juguetón locamente
enamorado!

¿Tenéis, júnjumos pitufos, rectángulas orejas
fabricadas con sordera
en reverbera de onda negra
encartabón,
o acaso sabéis leer
el color del poema?

Quisiera explicaros algo, júnjumos pitufos,
y os rogaría que entendierais
la inocencia de mi profesión:
la filosofía que no entristece
o que no burla júnjumas autoridades
sólo sirve a reacción falange enlosa
red extensa
millán astray
necrópolis de tánatos viva,
necrópolis
de cristianizado pensamiento
en cruz moral
en cruz laboro
en nave ¿verdad?
de catedral nihil.

La filosofía que no entristece
o que no burla júnjumas autoridades
sólo sirve al iris del zunco
mas, frente a las repetidas encerronas a la luz,
la filosofía guerrillera sigue iluminando el mundo
para que belleza y vida encuentren abierto el sendero;
superado ya el terreno de la kantiana razón
que impedía al pensamiento alzarse en su seno,
la filosofía sigue hegel
sigue marx hoy día
sigue
no se detiene la cabalgadura
del caballero de la roja fe
sigue
y yo sigo en la albura con ella
palideciendo al cuatrero cuarzo
ramalazo de las féminas perlas de cardeña,
de quienes soy pensador de cabecera
y ofrendador de regalos;
sigo en la albura con ella,
pues la filosofía
es la más madura de las damas
que facen sobre el temor y el temblor
de esta tierra enrojeciéndose,
una mujer madura que ya viene
abrazando desde hace tiempo
la orilla oculta de mis poemas,
y a quien ahora bautizaré
en el río
del filum del verso:
filosofía es tu apellido
mas, tu nombre,
tu nombre es úrsula
úrsula mi amor
úrsula ínsula
amor mío.

Úrsula:
acaríciame fuera de la fosa del templo
con la rosa de tu estatura hegeliana,
échame encima
la parte tramposa de platón
y las dentadas uñas
de los neokantianos en criaderos
universitarios de falderos
perros de estado;
recuerda, úrsula,
cuando me juzgaron en la complutense
por querer hacer hablar a nuestros deseos
y mi maestro, el más grande pastor de guerrilleros,
tuvo que quebrar estábula para auxiliarnos;
recuerda, úrsula,
que toda la moral de cristo
está en nuestra contra;
recuerda, también,
que no voy a renunciar al verso del pensamiento
por muchas penurias que me acarreé,
que no voy a renunciar al universal concreto
de nuestro beso
por muchas amenazas que caigan
sobre la puerta
de lo absoluto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Otros poemas de Víctor Atobas:

 

 

Carta a los reyes magos

Cumpleaños diecisiete

Navidad en guerrilla contra la trágala patriarcal

La maestra del suspirador

El filósofo de la cardeña contra la ostra de la vampiresa

La creación de la hora

Amo quema

Quémame

Júnjuma cordura

Cuando tengo algo que decir

Suéñame

Si calla el mirlo

Un sueño que en mí repite

¿Uno de los nuestros?

Amiga paraíso

La música que escuchamos hoy en día

Contra la autoridad del ojo

Agosto en Ninguna Parte

Noche de azul suspiro

Pescadores de sueños

Kinderpolitik (o la ciencia política del huevo kinder)

Esponsales

Las memorias de mi país

Poema contra la democracia

Poema al amor trágico

Los cuatro duros

Domingo a diario

La voz de la alemania

Franco arquitecto

El but de jak

La muchacha alada

La filosofía de la trágala

La trágala fuera

Atravieso todas las trágalas

Motor prieta válvula

La autoridad se la dejo a las ratas

Soy feliz cuando llueve

Ciudad cerrada

Doble vínculo

Isla roja

El reverso de la moneda

La nave conquistadora




Junjuma Collection Number 1

Fotografía: El artista junto al lienzo.

 

El artista transdisciplinar Víctor Atobas (Burgos, 1990) inicia su aventura en la pintura con la obra Junjuma Collection Number 1, un collage realizado tras pintar digitalmente sobre la imagen del lienzo, inaugurando así una serie que lleva su trabajo –acerca del impulso utópico y la creación de otras formas de sentir–, hasta la pintura, incluyendo también la literatura, la filosofía y el arte del videojuego, en un proyecto de cariz experimental.

 

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Imagen: Versión para redes sociales

VER EL NFT “Junjuma Collection Number 1” EN RARIBLE.COM

 

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Datos de la obra:

Autor: Víctor Atobas
Título: Junjuma Collection Number 1
Colección: Junjuma Collection
Año: 2023
Formato de la imagen: PNG (4392×2765 px)
Ejemplares: NFT de obra única
Precio: 0.1 ETH (aproximadamente: 220€)
Técnica: Collage de pintura digital realizado a partir de pintura tradicional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




Carta a los reyes magos

Imagen: Carta a los reyes magos, Víctor Atobas, 2023.
Pintura digital sobre imagen generada con IA

Carta a los reyes magos

 

Víctor Atobas

 

Nervio
pistón
envía melchor
coche gaspar alemán
atrofia turbera europa
baltasares cajas
de regalos que antes esperaba hallar
con argentinos lazos
en el plástico regazo del abeto;
regalos apilados en torreones
de derrumbados oros.

Queridos reyes magos:
antes os hubiera pedido
puerta de baldur por uno,
portal mágico de plei cinco claro nuevecita
con un lector zumbón dando vueltas
a cinco discos azulados
más o menos ovalados
con incrustaciones de anillos diamantinos,
dos
¿tres?
mejor cuatro
pantallas radiantes
para forrar el invernadero
con pulgadas de uva rayo,
diez parras de colgantes altavoces
de varaderos en la noche
y una cosecha entera de claveros sillones
con asiento molar;
sabed que mi hambre
ya no lame dientes.

Queridos reyes magos:
la vida se abre paso
y ya no soy vacío
escarbado en la jardinera que reserváis
para la planta en recta de familiar dentera
trágala muela víctor inútil
(–ponte ahí túmbate
en el sepulcro para tu alma
nada
para tu alma nada
nada de libre danza
nada)
ya no tratáis
de matarme a la nala
(–es por tu bien)
ni de apuntarme
con la escopeta del sótano
(–para que aprendas lo que es el respeto)
y debemos, por tanto,
celebrar el frágil triunfo de la vida
cada quien por su lado
y a su propio modo;
vosotros, en la oscuridad sauce
de tánatos con seco trance de autoridad,
yo, en afiebrado aguacielo
sobre la tierra alzada en niágara
de coral liberto;
las perlas me han hecho el mayor regalo
cumpliendo en mí
la luz de los dieciséis años,
de modo que, ahora,
queridos reyes magos;
ahora os pido únicamente
que me dejéis tranquilo:
dejadme,
dejadme
amar
en paz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Cumpleaños diecisiete

(Collage realizado por Víctor Atobas a partir de imágenes generadas con IA)

Cumpleaños diecisiete

 

Víctor Atobas

 

Ciertas felicitaciones
no están destinadas
sino a otro sobre terra
lux de pantalla
en cableado hipnosis
restallando sapo
zas
y no veis
la edad inocente de mi verdadero nombre:
no me llamo rival
ni contrincante
ni agresivo
ni gato siamés
ni víctor inútil
tampoco ladrón de novias,
sino pura y llanamente atobas;
mis apellidos no son esos
gómez que rezan los algoritmos
de los correos saqueadores
esele
factura
y arroba
punto
señalético bit mapa
arrendador;
cuánto buró ufano de ébano
para comer con el tenedor de un nombre
que no es el mío.

Otras felicitaciones
sí llegan hasta la angélica
de mi verdadero nombre
mas, amigos míos: ¿sabéis que este se halla
subyugado a las órdenes de Lawrence?

Siendo vuestro extranjero
llegado del corazón de oriente,
latiendo arabias con la lengua
mientras atravieso la galería del arterial sultán,
he de animaros a quemar belial de trágala
y vosotros os resistís
a mi tejido de antorchas voladoras
en aladín de suspiros persas:
os resistís
temiendo que, la hora que creamos juntos
entre vuestra hermosa cardeña
y mi duna cálida de arena cantarina,
marche demasiado
arracha
aprisa;
teméis que la bestia de nuestro enemigo me venza
pero es que no me habéis visto
todavía
todavía;
pero ya me veréis, ya
enfrentándome a las euménides más terribles
a lomos de un delfín suicida
en la odisaica infinita de un pez celeste;
os juro que veréis a la júnjuma a mis pies
rogando festín de ostra engrisadera
sin lograr de mí
más que una sonrisa de niño filósofo,
veréis cómo sonrío entonces;
pero, ahora,
ahora necesito que escuchéis
este suspiro de cumpleaños diecisiete
con el que os pido asiento de xilófono
flauta de cava
seda de espuma
y remanso de paz
para curarme, junto a vosotros,
del raudo temblor de la nuez
que en seguida entra en remolino
de garganta enbucle.

El año que viene
diremos cómo
cómo fue posible
ese remolino cascarón
de tembloroso fruto entre nosotros
y nos alegremos por la nueva situación;
el año que viene,
a nuestra creada hora…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Navidad en guerrilla contra la trágala patriarcal

Navidad en guerrilla contra la trágala patriarcal

 

Víctor Atobas

 

Incienso
oro
mirra
lomo cerviz apremio
manso buey
en el pesebre pajar
apóstol corderito
de lana fundida hace ya eones
sobre los derruidos torreones de familiares amores
mal aprendidos;
maldigo la natividad de mi estampa
en estas fechas trágala nodriza
enyugo de cuentas
regaderas júnjumas de agria uva:
mi madre nunca aprendió lo más difícil
–no eres así hijo
no eres así.

Por qué
por qué habría de sorber
tiras de puré laminado
en tiramisú de zunco de brea,
si puedo amar como un niño:
estas navidades,
además de perderme en el castillo de Hogwarts
y aprender de la susana mágica
sin el requerimiento de un solo suspiro,
quiero invocar la tormenta eléctrica de estasi
danzando lluvia con el vientre sobre la estera
de los nubarrones grises;
estas navidades
quiero animar la dulzura de los resplandores
de la perlada luz que paula en la pintura
cuando la vida se abre paso
y los ramalazos de cuarzo
se diluyen en el brochazo del olvido.

Amigas mías:
sabéis cómo es la escama
del pescado dorado
en ávila de fogón muralla,
escama que se escarpa
con las raspas del calcinado sorgo;
pero acaso
acaso os habéis preguntado
cuántos congeladores
cuántos anzuelos
cuántos plomos
cuántas moscas
cuántas cañas
cuántas lombrices
cuántas cancelas
cuántas rejillas
cuántos pajes
cuántas cubas
cuántas fábricas
cuántas ostras engrisaderas
cuántas enredaderas de suspiros
cuántas escupideras de maderos
disfrazados de gratos vecinos
cuántas amenazas rociadas
sobre la espuma de la coleta en el mar
cuántas
–estasi no anda por el pueblo
no preguntes más por ella
que estoy empezando a cansarme de ti
cuántos
–deja de hablar con paula
no sabes las ganas
que tengo de pegarte un guantazo atobas
cuántos
–sé donde vives
cuántas
cuántas aplicaciones de mensajería
en ejecución múltiple de lanzadas
violaciones de intimidad
cuántos
cuántos WhatsApp con el candado burlado
cuántas
cuántas bajezas desprovistas de disimulo
cuántos
cuántos cepos vertidos
en las rutas de la belleza
cuántos
cuántos conocidos vestidos con chaquetas metálicas
espían desde los júnjumos regimientos
cristianos a todas horas;
acaso os habéis preguntado
cuánto
cuánto estasi
cuánto dime paula
cuánto pueblo
trata de cerrar las calles
a nuestra amistad.

Estas navidades
me aferraré al asidero de todas las oquedades
que puedan albergar una fuente de fiebre de vida
para invitaros a una fiesta en la zona secreta
de mi luciernagal más alto
más cálido
más íntimo,
donde os mostraré mi fascinación por vuestras alas;
pues, entonces,
entonces habréis abierto de nuevo
las calles del pueblo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La maestra del suspirador

(Imagen generada con IA)

La maestra del suspirador

 

Víctor Atobas

 

Yo soy el suspirador:
suspiro
suspiro
y pienso en mis amigos:
el tacto tan suave de delicioso ausín,
la apertura de amorosos marcos hacia lo posible,
la flor de mos del color de la guerrilla,
el gusto familiar que gala la mermelada,
la envidia sana hacia la deseada tapia con mil rosas,
los diferentes tonos de marco enrique álvaro
pablo y tantos otros,
suspiro;
es una suerte
bañarse en el río con nuevos amigos,
por qué
por qué entonces habría de complicarme la existencia:
quisiera callarme,
¿no sería más sencillo,
más cómodo para mí y para todos
que silenciara en la cardeña
el llameante rojo anhelo de otra vida
en la realizada utopía
del aquí
y el ahora?

Necesito deciros, amigos míos,
que vosotros sólo habéis escuchado
el más tenue de mis suspiros:
aquel que posa la pluma levemente
en ensilla de animal diurno.

Ay, si pudierais escuchar mi otro suspiro saturno
si pudierais ver en los caminos nocturnos
cómo la nala se me escapa de las manos
mientras pierdo los ojos nuevamente
en la empalizada de sorgo orbital
y me falla la respiración
sólo
sólo durante un instante
mercurial parálisis
abismo el alma directa hacia abajo:
el instante que, precediendo al alivio del suspiro,
llega después de haberme acordado
de la niña eléctrica de mis sueños
huracán estasi que activa
todas las tormentas de fiebre de vida y llora
derramando virutas de lana de voltio
y no puedo soportarlo;
el instante que llega después de haberme acordado
de la escultura del enigma de paula
que endurece su palma con ramalazo de cuarzo
como si su mano esculpiera para alguien,
alguien que estuviera detrás,
observándola,
midiendo en autoritarios parámetros
sus innumerables mirlos en movimiento,
y que después, cuando se zafa
de la sombra del amo,
me acaricia con su luz de joven de la perla;
ay, si pudierais escuchar ese suspiro
que llega tras haberme hundido en el abismo,
si pudierais escuchar ese suspiro, amigos:
os convertiríais en mis hermanos de sangre
y entenderíais que sólo puedo expresarme
gracias a una mujer realmente libre,
una amiga muy bella que en susana piensa
las mil mesetas flotantes de la diferencia,
la única que ha tenido el coraje de decirme:
no te equivoques.

No te equivoques atobas
fallando el arco de tus últimos poemas,
pues no es Eros nuestra condena
sino el cosmos satelital siempre reiniciado del patriarcado
desprendiendo millones de agujeros negros
desde aquí
desde allá arriba
a la derecha y a la izquierda
abajo
profundo
en lo alto
más allá de los cráteres de plutón
y en la cercanía de los alacranes en la boca;
agujeros negros que, absorbiendo la blanca luz de las mujeres,
dejan el despojo del velo gris cubriendo el claro de bosque.

No te equivoques atobas
acuérdate de ese kantiano llamado Heidegger:
el proceso de develamiento
no devela lo que hay detrás del velo,
sino el propio velamiento
y tus amigas ven a través de cubiertas lamas
enclavadas
y qué vas a hacer
si no aprendes
de una mujer realmente libre
y te callas como un hombre esclavo.

Ay, maestra:
hazme siempre tu diana
con tu arrojo de amazona,
pues sabes que te amo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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El filósofo de la cardeña contra la ostra de la vampiresa

(Imagen generada con IA)

El filósofo de la cardeña contra la ostra de la vampiresa

 

Víctor Atobas

 

Cuidado
cuidado atobas,
me dijo un amigo
durante la creada
hora nuestra;
cuidado
con los nunca colmados
colmillos en jadeo
de la vampiresa;
ha preguntado por ti,
igual que preguntó antes
por otros de nuestros amigos
que andan en guerrilla.

Desde entonces ando con ojo
ante la placa de barrote
tórtola carta
mazacote entorna lacre;
el foso es torreón enfila
el muro charco de rostrificación
en garrote depende
de qué calle hables ella aparece,
ella aparece en la hermosa cardeña
con fría rana
y anca aparte,
ella aparece:
terrible vampiresa
aquí y allá desnuda
encongelada,
menos seductora que los pechos de las larvas
bamboleándose desde las entrañas
de una ciruela pocha,
más alemana que una mariela enmárchita
bielá de muerta rancia encripta
inquisidora pelando monedas
para el rebosante saco
de la estaca última.

Desde entonces veo a la vampiresa
adoptar diversos murciélagos
pero, amigos míos:
¿os habéis fijado
en que la vampiresa lleva en todo caso
un aparato entre las manos
encendido con alcalina
pila de madero,
un aparato dotado con un sensorio
que pata la araña
cuando la red detecta los lúmenes
de nuestros colores en las calles?

El trabajo del filósofo,
amigos míos
que queréis ayudarme a encontrar trabajo
cuando ya tengo uno:
el trabajo del filósofo consiste
en apuntarse a la lista del paro
en la categoría de obrero del concepto;
os propongo que, a ese raro instrumento
que porta la vampiresa,
lo concibamos como la actualización del noúmeno
que no puede conocerse pero sí pensarse;
la actualización a cada frame fenómeno metamotor
de una trágala barrendera
que nos cepilla los ojos con panadera
escoba gris;
os propongo que, a ese raro instrumento
que porta la vampiresa,
lo llamemos engrisadera.

Vertiendo las hormigoneras
que marchitan nuestros cauces,
la engrisadera es una júnjuma que forma parte
de la enredadera de admitido tono de la trágala
tan feucha;
con previo permiso de la regidora del pueblo,
que, sin duda, concederá
a este pobre filósofo de la cardeña,
quisiera que nos acordáramos de Kant:
de entre las tres especies de complacencia,
sólo el gusto por lo bello
es libre.

Bañándonos en cascada
de resplandeciente
perla
vamos legando huellas de nuestros anhelos
gotas de centellas mil cromatismos
contra la desconchada herencia
de las fachadas grises;
el gusto por lo bello
es, también, gusto por el color:
¿por qué habríamos de continuar
temiendo a la fea
ostra engrisadera?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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(Imagen generada con IA)

La creación de la hora

 

Víctor Atobas

 

Bajo la barquilla
colmillo de orca
y mar
corola mareomotriz dónde
brilla coralina
la joven de la perla,
pregunté al vermer de la belleza
hasta que al fin me zambullí puente
de plata al camino marcado
y logré emerger en el pintado parque;
un parque alargado con dilapidación de agosto
donde lo mismo cabían un borbotón de liquen negro
que un arco de encendido luciernagal;
fue entonces, recuerdo,
cuando vi a unos jóvenes
que se bañaban en cascada
de resplandeciente
perla;
tras librarme de las ataduras del miedo,
me acerqué hasta aquellas hermosuras
en plena síntesis rebelescente;
a partir de ese momento,
fui consciente de que había llegado
hasta el sueño del pueblo.

La dicha fue tal,
el encuentro tan bello
que volví a cumplir dieciséis rompientes en acantilados.

La dicha fue tal,
el encuentro tan bello
que empecé a soñar con mis nuevos amigos
urdiendo planes para quemar la júnjuma colina
acurrucada en curruca de pura trágala
que lanza y encádena decasilabá madura
cadena
ya
oruga marina
medusa cueva
ciempiés atiza
cadena
ya
–junto a mis nuevos amigos
quemaba la madura
madura
júnjuma colina
y el sueño me extasiaba
como el fulgor de la cruz
sobre las aguas de la nueva Bensalem.

La dicha fue tal,
el encuentro tan bello,
amigos míos: del cielo descolgamos abandono
del reloj de puño número,
parimos una atrevida hora
que no cabe en golpe de manecilla,
una hora que refresca su llamada
a cada arroyo de día.

Nosotros respondemos ahora:
agua
y fuego.

Nosotros responderemos luego:
perla
y ámbar
a nuestra creada
hora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Amo quema

Amo quema

 

Víctor Atobas

 

De rodillas te lo suplico, Eros:
humedece el abanico al retortero de la aldea
de la isla
de Ninguna Parte sobre sí misma
a partir de la gruta del volcán
del más ardoroso anhelo submarino;
locura de la ocre laguna chapotea
esmeralda mi carroza fuera de la azotea
de las doce horas en punto júnjumo.

Amo quema
quémame siempre
siempre llevaré tu nilo de saturno
hasta el cocodrilo de las fauces del planeta gris
donde las injurias no lograrán descuartizar
las bodas con esta fidelidad absoluta
que tengo al canán del adulterio.

Amo quema
quémame siempre
siempre pecaré en el preciso instante
en que la divinidad coincida la tijera
con la transgresión de las cuerdas normas
con las que Tánatos quisiera acortar tu ciclón.

Amo quema
quémame siempre
siempre por los doquieres mentiré
en defensa de las bóvedas de tus verdades
queriendo acariciar los pilares de pulpa dulce
música de las diosas;
sabiendo que tú, Eros, no mezclas
en la misma flauta los soplos que entre sí no se convidan:
el amor y la honestidad
no se alimentan del mismo viento.

Amo quema
quémame siempre…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Otros poemas de Víctor Atobas:

 

 

Quémame

Júnjuma cordura

Cuando tengo algo que decir

Suéñame

Si calla el mirlo

Un sueño que en mí repite

¿Uno de los nuestros?

Amiga paraíso

La música que escuchamos hoy en día

Contra la autoridad del ojo

Agosto en Ninguna Parte

Noche de azul suspiro

Pescadores de sueños

Kinderpolitik (o la ciencia política del huevo kinder)

Esponsales

Las memorias de mi país

Poema contra la democracia

Poema al amor trágico

Los cuatro duros

Domingo a diario

La voz de la alemania

Franco arquitecto

El but de jak

La muchacha alada

La filosofía de la trágala

La trágala fuera

Atravieso todas las trágalas

Motor prieta válvula

La autoridad se la dejo a las ratas

Soy feliz cuando llueve

Ciudad cerrada

Doble vínculo

Isla roja

El reverso de la moneda

La nave conquistadora




Quémame

(Imagen generada con IA)

Quémame

 

Víctor Atobas

 

Allí por donde piso
voy buscando las celestes formas
que dormitan en los cocheros de la ciénaga de Miturno
zuncal de trágala
rueda de organón del carro
de heno de la época
y despierto los húmedos senderos
entre el sueño de los ángeles
y el anhelo de los terrenos seres que se tienden
sobre las pasarelas a punto de cruce,
justo a un solo
paso
de las hermosuras que regalo entre los arbustos
que pululan en el jardín de las delicias:
de mis pensamientos
regalo las estampaduras del bendito mirador de la utopía
y cerezos de filosofía en flor de guerra,
de mis ojos
regalo las destelladuras de la invisible trágala
que al fin se ve en la carne júnjuma,
de mis manos
regalo las travesuras de un juego de oveja negra de la familia más blanca
que la absoluta luz primera,
de mi sexo
regalo las tintaduras que fugan
el tubo gris del rostro en sorgo,
de mi alma
regalo las talladuras en caribú de la más alta esperanza.

Hago todos estos regalos siguiendo tu dictado,
oh, Eros:
sabes que soy
tu esclavo
que mi entero cuerpo marioneta tu férrea orden
y, sin embargo, me condenas otra vez al dulce
fuego del altar de las fuentes
de las soledades.

Amo quema
quémame siempre;
siempre me enamoro locamente
de todas y cada una de mis amigas,
me entrego a ellas sin medida
ardiendo al cumplir tus órdenes.

Amo quema
quémame siempre
déjame solo
y después llévame a vivir de nuevo
entre los pechos de las diosas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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