Elecciones 20D: el sistema sigue reformándose

Asistimos a la campaña electoral, convertida en un espectáculo de videopolítica, candidatos dando saltitos y bailando, escalando molinos, o tocando la guitarra, mostrando su rostro humano y mundano. Tenemos la sensación de que nos engañan, nos toman el pelo; se podrían ir todos a la mierda, pensamos. El presidente escondido para que no le afeen, dejando a su sucesora las apariciones estelares. Rivera es aupado por la opinión publicada por los principales medios de comunicación, y opinión publicada, ante el poder inmenso de dichos medios, se convierte en “la opinión pública del país”; ahí está la manipulación demoscópica e informativa, luego de que Ciudadanos sea colocado en el papel de UCD durante la primera transición y financiado por el Ibex 35. El PSOE permanece tranquilo, a la espera de uno de los peores resultados de su historia; total, el sistema que defienden se encuentra a salvo.

Esta segunda transición, se acabaría con la reforma constitucional que apuntalase la pérdida de derechos y de soberanía, pero hay demasiados problemas, como el encaje de Cataluña, y la posible apertura de un proceso constituyente catalán en el que el anticapitalismo de la CUP pudiera jugar un importante papel. Más problemas: crisis de legitimación, que se trataría de revertir mediante la confianza a las instituciones y las élites políticas renovadas, durante esa segunda transición hipotética: otro, la crisis de soberanía nacional, pues España sigue intervenida por la Troika Europea, que engloba a instituciones como el FMI que son las que realmente dictan la política a escala internacional, reservando a nuestro país a una periferia exportadora de mano de obra cualificada, y centrada un modelo productivo de industria desmantelada, ladrillo y turismo. Total; la producción de alto valor añadido se halla en Alemania y acá nos han relegado en su protectorado económico, en el que imponer sus intereses.

Pero sin duda la principal crisis del sistema político no era, en sí mismo, el hundimiento del bipartidismo, sino el conflicto social que se venía expresando desde el 15M y que demostró que cuando había brechas que el sistema no sellaba ni abarcaba, entonces el pueblo se organizaba y empoderándose, politizándose, tomaba conciencia de la lucha social, sobre la que el Estado de Bienestar pareció extender un velo. Pero cuando llegaron los recortes a dicho “bienestar”, surgieron las mareas multitudinarias y las huelgas masivas, cientos de colectivos que se enfrentaban a la situación de emergencia nacional. El mejor ejemplo de esto, lo encontramos en la PAH y la lucha antidesahucios. Pero el sistema político cooptó a los cuadros y activistas sociales, para integrarlos en un nuevo tablero político, al que se sumaban dos nuevos actores: la derecha moderna de Ciudadanos, y la izquierda “populista” de Podemos, que trata de arrinconar al PSOE y ocupar su lugar como alternativa de la “nueva socialdemocracia”. Por eso Pablo Iglesias nos recuerda a Felipe González y no acabamos de fiarnos de él.

Pues el sistema tiene sus propias lógicas para neutralizar a “alternativas no deseadas” que pusieran en marcha un proceso de ruptura constituyente, y sólo hay que mirar a Grecia y al referente de Podemos allí, ocupante del gobierno. Syriza ha sido convertido en un partido pro-memorándums de rescate, que tantos sufrimientos, muerte y miseria están conllevando en el país heleno. Luego de la claudicación, Tsipras no tardó en expulsar de su partido a los críticos con la capitulación, que quedaron neutralizados tras las elecciones anticipadas. Mientras vemos a Tsipras siendo víctima de la estructura de la Unión Europea, hecha por dos jugadores (Alemania y Francia), para que siempre prevalecieran sus intereses.

Como decía Xabier Arrizabalo; ya hicimos el balance de la socialdemocracia. Y añadimos; igual que Syriza juega el papel del PASOK, Podemos jugaría el del PSOE. Osea, que no hay ninguna ilusión, casi ni ganas, de ir a votar el 20D. Aunque siempre es mejor no abstenerse que dejarles todo el espacio de representación a quienes manipulan, mienten y roban para seguir con el status quo de explotación e injusticia; seguirán ahí por mucha gente que se abstenga. Y quizás sea más viable votar a Podemos (aun a regañadientes), que a IU-UP, que parece va a quedarse sin grupo parlamentario. Pero que, desde la formación morada, no traten de engañarnos con que “España no es Grecia” porque somos dos países hermanos, periferias del Sur con una división del trabajo que guarda similitudes, aunque el peso económico de España sea mayor lo cierto es que su poder político no es nada comparado con el de Alemania, que es un actor al servicio de Estados Unidos; todavía peor. También eso lo compartimos con Grecia. Dentro de la UE no hay salida a esta situación en que advertimos cómo nos joden la vida y nos roban los escasos derechos que ya teníamos.

Hay que salir de la UE y de la OTAN y empezar a hacer campaña, pedagogía y protestas en las calles; no lanzar el mensaje de apoyo a la OTAN e incluir un generan en las listas, como ha hecho Podemos. ¿Nos imaginamos a Iglesias en la situación de Tsipras? Sí, y el problema es que lo vemos doblegándose, por su posibilismo, a los dictados de la Merkel y compañía. También observamos a Alberto Garzón, rendido, doblegado, pues IU ya gobernó en Andalucía con el PSOE y a la vista quedan los resultados.

El otro día, tomando algo por el barrio obrero y populoso de Gamonal, se veía una situación diferente a la de unas cuantas calles rio abajo, en el centro. En el barrio la gente, charlado sobre las elecciones, se desesperaba; ya no se creían al coletas, habían perdido las esperanzas que, por un momento, atisbaron en el 15M, en las huelgas que paralizaron los polígonos, enfrentado la reforma laboral, en el movimiento vecinal que durante las luchas del Bulevar le quebró el brazo al tirano local (aká Méndez Pozo), y a sus perritos titiriteros del ayuntamiento. Pero luego el ciclo de las movilizaciones dio paso al ciclo electoral. ¿Resultado? Mis compañeros de cervezas y preocupaciones, les llamaban payasos, vendidos, corruptos, a todos los candidatos, incluido Iglesias, pues no podían fiarse ellos. ¿Acaso la crisis de representación seguirá abierta? Desde luego, lo que se ha cerrado es la ventana de oportunidad del proceso constituyente desde abajo, al menos en España.

Quizás las esperanzas lleguen de donde el sistema no pueda reformarse; la crisis de representación que comentábamos, pero también la reactivación del conflicto social, además de una particularidad del sistema, llamada Catalunya. Las opciones de la CUP no sólo de acabar con Mas sino de forzar un proceso popular, impregnado de las ideas y valores de la izquierda, pudiera llevar a los y las catalanas a recuperar un espacio más pequeño y manejable; su República Catalana.

Pero como no somos catalanes, y no queremos dejarles todo el espacio de representación a los títeres de las élites, habrá que ir a votar, aunque sirva para bastante poco y las ilusiones nos hayan abandonado hace tiempo.




Oxi, Oxi, Oxi. La democracia frente a la dictadura de la deuda

El pueblo griego ha votado NO, y la Eurozona se tambalea mientras Atenas arde en un júbilo numantino. El Imperio no había parado de amenazar al pueblo griego, como hicieron con los escoceses cuando votaron su independencia de Gran Bretaña. Los medios de comunicación presionaron y manipularon hasta la extenuación (el Financial Times anunciaba en la víspera del referéndum que en caso de ganar el “no”, se producirían recapitalizaciones internas y se recortarían un 30% todos los depósitos de más de 9000 €, una información que acompañaban con imágenes de pensionistas llorando a las puertas de los bancos) en un intento de intimidar a la población para que votara “si”. Todas las instituciones europeas, con el Banco Central a la cabeza, arremetieron contra la “afrenta” de Syriza. Se retiró la liquidez al país, en un acto ilegal que obligó al cierre de los bancos griegos, y provocó un “corralito” que aún dura. Pues bien, a pesar de todo, el pueblo griego ha votado NO. Y Yanis Varoufakis, el ya ex ministro de Economía, ha aprovechado el momento para dimitir. Como en los mejores westerns, en los que el héroe llega al pueblo, acaba con los malos, y se larga, Varoufakis se ha comportado como tal. Llega a Grecia, se enfrenta a la Unión Europea, acaba con la Troika, pone en su sitio a Alemania y al BCE, y se larga en su moto al atardecer como en Rumble Fish.

Varoufakis acusó a los acreedores de terrorismo: “Lo que están haciendo con Grecia tiene un nombre: terrorismo… Lo que quieren Bruselas y la Troika es que gane el “si” para humillar a los griegos. ¿Por qué nos han obligado a cerrar los bancos? Para sembrar el miedo en la gente. Y a sembrar el miedo se le llama “terrorismo”. Justo antes del referéndum, Varoufakis lanzó estas declaraciones, publicadas en El Mundo, que parecían dirigirse directamente a Podemos y a otros grupos políticos alternativos europeos, para hacer correr la idea de que los opresores, como la Troika o el FMI, son terroristas financieros, y de que sus políticas han creado un cáncer socio-económico que ha degenerado en metástasis incurable. Ahora sólo hay que esperar que la nueva izquierda europea, y los pueblos víctimas de esas políticas, tomen como ejemplo a Grecia, y rechacen la austeridad. No tenemos por qué aceptar los recortes sociales como si fuéramos esclavos. En el diseño del nuevo orden mundial, los dueños del capitalismo financiero quieren crear las condiciones para que la democracia sea anulada, en un intento de regreso al Antiguo Régimen. En este caso, el derecho divino de los reyes es sustituido por el de la deuda. Ahora, en la oligarquía financiera, existe el concepto de que la deuda es infalible. En esta nueva reorganización financiera, los ciudadanos solo adquieren importancia de acuerdo con su nivel de capital, de tal modo que incluso su derecho al voto queda “deslegitimado” ante su dependencia económica. Las oligarquías se adueñan de todos los recursos, mientras los que están por debajo en la escala social ven reducido su capital y sus derechos. Ante esto, los griegos han votado NO.

Por supuesto, Alemania no ha reaccionado bien, como demuestran las declaraciones del ministro Schäuble, dispuesto a expulsar a Grecia de la Eurozona, algo que se supone va en contra de lo dispuesto en los tratados de la Unión. Asistimos a una verdadera guerra político-financiera en la que el corte de la liquidez por parte del BCE es un primer paso. Recordemos que a los bancos de Bulgaria, que no pertenece a la unión monetaria, se les ha seguido prestando dinero ante un posible “contagio” griego, y que, tal y como he escuchado recientemente a algún economista liberal, lo que se pretende es “dar una lección a los populismos”. Imaginemos que, mientras ocurre esto con Grecia, las negociaciones con Irán fracasan, y sus activos son bloqueados y las sanciones ampliadas. Esta guerra financiera va más allá de la Unión Europea. Está en juego la existencia misma de la soberanía del Estado-nación, en una dura pugna contra los intereses de las grandes corporaciones que ya dominan a las élites políticas en Occidente, y que pretenden “atar cabos” para su dominio planetario, asegurando los puntos estratégicos cruciales para aislar a Rusia. En el nuevo tablero de ajedrez de la geopolítica mundial, Grecia es un eslabón importante. Por eso Obama está preocupado. La presencia de Tsipras en el Foro Económico de San Petersburgo de hace unas semanas, donde firmó con Putin el acuerdo de construcción de un gasoducto crucial para los intereses rusos, ha disparado todas las alarmas tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos. Por ello, la presión contra el gobierno griego se intensifica, puesto que puede alterar los planes políticos de la oligarquía financiera, que no puede permitir un cambio de orientación de Grecia que supusiera un acercamiento a Rusia. Las bases norteamericanas en suelo griego son importantísimas para controlar Oriente Medio.

Pienso que toda esta crisis es un eco de la Segunda Guerra Mundial. El proyecto del euro no fue sino una máscara con la que ocultar los problemas financieros de la reunificación alemana, y lo que está sucediendo ahora es la consecuencia de ello: Alemania ha decidido que como es la mayor potencia económica de la Eurozona, se ve con derecho a imponer a Grecia un ultimátum. Y esta actitud se ve condicionada por un problema interno importante: su pirámide demográfica está tremendamente envejecida. Ahora mismo Alemania es un país de rentistas. Su población, envejece progresivamente, y disminuye cada año. Además, no parece soportar la presencia de más emigración, así que para sostener el nivel de sus pensiones no tiene otra opción que ir colocando sus capitales en otras naciones para obtener los necesarios intereses que le permitan mantener su nivel de vida. De ahí su obsesión por que los griegos paguen. Porque si no lo hicieran, ya que la mayor parte de su deuda es alemana, el efecto contagio podría extenderse, y todo este tinglado montado para financiar el sistema de pensiones alemán se derrumbaría. Pero claro, esto no lo van a admitir abiertamente. El gobierno alemán ha transferido la acción punitiva al BCE, que ha pasado a ser un interlocutor político a favor del acreedor. Por eso Varoufakis considera a Alemania un “terrorista financiero” y que el BCE utiliza el dinero como si fuera un batallón de artillería en plena ofensiva para eliminar al enemigo. El proyecto del euro se creó supuestamente para construir un bloque de comercio fuerte que pudiera competir con el del dólar, y no para entregarle a Alemania el poder para lanzar bombas de deuda sobre los países más pobres de la Unión Europea, y destruirles. Por eso Grecia ha votado “NO”. La estrategia de Syriza se ha comprobado impecable. El rechazo a la austeridad de los griegos ha supuesto un golpe bastante importante para el BCE y los economistas tradicionales que apoyan sus ideas, aunque ahora traten de hacernos ver que pueden obviar el resultado del referéndum, e imponer condiciones incluso más severas que antes. Sin duda, eso ya no es posible. Habrá una reestructuración de la deuda, y se planteará un nuevo marco de negociación. El pueblo griego ha perdido el miedo porque ha entendido que su enemigo tiene mucho más que perder. ¿De que lado está el miedo ahora?




Grecia. Gana la dignidad

Desde Grecia nos hacen llegar una valoración sobre el referéndum.

Tras la victoria del “No” en el referendo celebrado en Grecia este domingo para que el pueblo decidiera si aceptaba o rechazaba el acuerdo de la Troika, expertos aseguran que gana la dignidad y la reivindicación. Para el analista Basem Tajeldine, los griegos se enfrentarían a varias alternativas: la primera es la propuesta del Primer Ministro, Alexis Tsipras, de presionar a la Troika para que haga una rebaja del 30 por ciento de la deuda, además, de un período de gracia de 20 años. Sumado a eso, también se podrían incrementar los impuestos a las clases pudientes y no a la clase obrera. La ilegítima deuda helena La otra alternativa que se ha venido manejando y quizá la más viable es la salida de Grecia de la zona euro, que significaría el rescate de su propia moneda nacional (Dracma), su soberanía monetaria y financiera, así como el inicio de su acercamiento hacia Rusia y China, países que podrían brindarle ayuda económica.

No es posible predecir exactamente qué sucederá en Grecia: «¿La salida de Grecia de la UE, la adopción de determinadas decisiones en el Consejo Europeo, u otras acciones de este tipo? Lo que pasa es que estos procedimientos no existen realmente». Otro posible escenario es que Grecia entre en ‘default’ ante el Banco Central Europeo (BCE) si este decide congelar los fondos de emergencia para los bancos griegos. El Primer Ministro, Alexis Tsipras, posiblemente reanude las negociaciones con los acreedores, pero difícilmente los altos cargos europeos aceptarán acordar un nuevo “plan de rescate”.




Grecia somos tod@s. Explicación del desastre

En 2008 los Estados salvaron a los financieros. En 2011 los financieros pusieron de rodillas a los Estados. Hoy día el efecto de sus préstamos incondicionales para recapitalizar la banca privada, o sus compras masivas de activos tóxicos, sin seguridad alguna de que serían devueltos, ha sido una verdadera debacle del sector público, un empobrecimiento sistemático de la población, y un debilitamiento del poder político, a merced de las instituciones financieras que ayudaron a salvar, y que ahora obligan a realizar agresivos ajustes económicos, claramente abusivos e inmorales, y que añaden más crisis a la ya existente. La deuda pública aumenta mientras el flujo de dinero se dirige imparable a acreedores privados que no parecen muy dispuestos a reinvertir sus ganancias en Estados carentes ya de toda fiabilidad. En el pasado colonial, si algún país decidía no pagar su deuda, los especuladores se veían respaldados militarmente por su gobierno. La diplomacia de la cañonera avalaba así el control político de las grandes potencias y aseguraba el dinero de los inversores allá donde estuviesen. La marina británica extendió así el control económico del mundo para los negocios de sus empresarios, demostrando así que la política del Estado no era más que una extensión de los intereses privados que la controlaban.

Esta antigua lección, que nos muestra la cara más cruda del capitalismo internacional, sigue siendo válida para nuestro tiempo. En esta nueva globalización ya hemos tenido varios ejemplos de impagos de deuda: en 1982 México declaró que no podría pagarla, y junto con él, casi toda Latinoamérica estaba en las mismas circunstancias. Ahora ya no era posible mandar ejércitos para obligar a recibir compensaciones, pero si existían organizaciones como el FMI o el Banco Mundial, que no tenían buques de guerra, pero si podían obligar a los gobiernos a adoptar dolorosos programas de ajuste estructural, es decir, impondrían la disciplina fiscal. De este modo se convirtieron en sicarios económicos, poniendo una pistola financiera en la sien de los gobiernos del Tercer Mundo. Afianzaron dictaduras y apoyaron los intereses del imperialismo norteamericano. Nadie podía resistirse a los sicarios: dos líderes sudamericanos, Jaime Roldós, de Ecuador, y Omar Torrijos, de Panamá, fueron asesinados por resistirse a las demandas de Estados Unidos.

Pero en esta nueva fase de la globalización hay un sicario mucho más efectivo, con un arma financieramente letal: los fondos de cobertura. Los que los manejan no necesitan recurrir a la violencia para conseguir sus propósitos. Mientras el Banco Mundial presta dinero por años, los especuladores de esos fondos lo hacen por semanas o días. El gran maestro de estos nuevos sicarios es George Soros, cuyos mayores beneficios se hicieron en los momentos de mayor inestabilidad: su “venta corta” consistía en pedir prestadas acciones, venderlas cuando estaban altas, recomprarlas cuando estaban bajas, y después devolverlas a quien las había prestado. Fue capaz en 1992 de aprovechar la debilidad de la libra británica, debido a la subida de los intereses en Alemania por los altos costes de su reciente reunificación. La libra estaba ligada al marco alemán por el mecanismo europeo de cambio, por lo que los intereses también subieron en Gran Bretaña, perjudicando a propietarios y empresarios. Soros previó que Gran Bretaña se retiraría del mecanismo europeo de cambio y devaluaría la libra, por lo que apostó nada más y nada menos que diez mil millones de dólares contra ella. Sacó enormes beneficios y hundió aún más a la ya debilitada moneda británica. Este hecho fue sin duda una de las claves para comprender la desconfianza inglesa hacia la integración en el euro, y ha marcado el ritmo de las nuevas relaciones económicas internacionales, mucho más volátiles y dependientes de la especulación a corto plazo, demostrando la debilidad de los Estados frente a ella.

Esta larga introducción nos sirve para comprender mejor la situación global en la que insertar el problema de Grecia. En 2001 entró en la Unión Monetaria Europea, cambiando el dracma por el euro, y obteniendo para su deuda nacional la garantía europea (o sea de Alemania). Para poder hacer esto tuvieron que presentar un déficit presupuestario inferior al 3% de su PIB, y una inflación parecida a la alemana, lo que sólo pudo lograrse mediante manipulaciones estadísticas, tan burdas que sería impensable que no fueran conocidas por los funcionarios del FMI. Se maquillaron los datos contables para demostrar que se habían alcanzado tales objetivos, y así poder tener acceso a los fondos de préstamo a largo plazo al mismo tipo de interés que Alemania, es decir, al 5%. Fue entonces cuando el grupo de inversión Goldman Sachs ayudó al gobierno griego a ocultar su verdadero nivel de endeudamiento, mediante un préstamo de mil millones de dólares, con unos beneficios de 300, en una operación especulativa digna del mejor Soros.

De este modo, Grecia pudo tener acceso al dinero de la Unión Europea y gastar a discreción. Fue un mecanismo similar al utilizado para blanquear los créditos de los prestatarios de las hipotecas subprime norteamericanas. Los banqueros de inversión enseñaron al gobierno griego cómo vender todos sus ingresos públicos por adelantado a cambio de dinero en efectivo listo para gastar. Mientras la Unión Europea (Alemania) garantizara los préstamos a Grecia y nadie alertara sobre la verdadera situación financiera del país (ya que el nivel de corrupción era tan alto que todos los altos funcionarios del Estado participaban del chanchullo), la situación se seguiría manteniendo, pero en octubre de 2009 un escándalo aparentemente menor derribó el gobierno conservador de Kostas Karamanlis: los monjes del monasterio de Vatopedi habrían sobornado a algún funcionario del gobierno para canjear un lago carente de valor por unas tierras de propiedad pública mucho más valiosas.

La investigación de este hecho sacó a la luz la mentira sistemática acerca del origen de los ingresos personales de los políticos griegos, ligados en gran medida a la evasión de impuestos y a la falsificación generalizada de los precios de los bienes inmuebles. Esto llevó al poder al PASOK de George Papandreu, que no tuvo más remedio, ante la sangrante falta de fondos públicos, que admitir el verdadero déficit presupuestario. Los fondos de bonos internacionales y los compradores de bonos griegos se pusieron nerviosos (sobre todo en medio de una situación internacional conmocionada por la quiebra de algunos bancos norteamericanos y británicos), y Grecia fue obligada a pagar tipos de interés mucho más elevados, lo que obligó al gobierno a pedir ingentes cantidades de dinero prestado para evitar la bancarrota. A partir de entonces, Grecia fue excluida de los mercados financieros libres, y pasó a ser tutelada por otros Estados. La deuda impagable nos hizo retroceder a los tiempos del colonialismo y la política de la cañonera, al imponer (no solo en Grecia) un auténtico “protectorado” sobre los países en riesgo de insolvencia.

Hace cinco años, el gobierno griego debía alrededor de 1,2 billones de dólares, o más de un cuarto de millón por cada griego con empleo. Con una deuda de tales dimensiones, cualquier tipo de rescate resultaba un gesto simbólico. Despilfarro, robo, falsificación de cuentas, corrupción generalizada, … El caldo de cultivo ideal para cualquier especulador sin escrúpulos, y la base de la descomposición de toda una sociedad, arrastrada (como la nuestra) por la ilusión del dinero fácil: la tentación del crédito barato ofreció a todo el mundo la posibilidad de consumir sin control, y creer que duraría para siempre. El fenómeno George Soros no se puede entender sin esta situación, en la que domina la irracionalidad. Ahora, el gobierno de Syriza se enfrenta a la decisión de abandonar la unión monetaria, en un acto de salto al vacío, que ha aterrorizado a los gobiernos vergonzosamente denominados PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia y Grecia) por la Europa del norte. El miedo a los mercados, a los inversores internacionales, ha conducido incluso a cambiar nuestra propia Constitución, demostrando una vez más nuestra falta de independencia política. Tsipras y su ministro de economía, Varufakis, han visto ese abismo con claridad. Los bancos han cerrado, se han impuesto controles de capitales, e imagino que pronto se tendrán que garantizar salarios y pensiones con papel del Estado y no con euros, ante la falta de fondos. La austeridad es ya del todo insoportable, y la negociación sin salida, por lo que el referéndum sobre las exigencias de sus acreedores se hace inevitable, en un ejercicio de democracia in extremis, que devuelve algo de dignidad a un pueblo castigado.

Desde hace 6 años las medidas de austeridad no sólo han llevado a la gente a la miseria y a la indefensión; tampoco han servido para reconstruir la economía. Quizás la salida de euro serviría para que, controlando su propia moneda, se pudiera frenar el déficit fiscal devaluándola. No obstante soy escéptico ante esta posibilidad, y pienso que Tsypras no llegará a ese punto, ya que el deterioro del país es demasiado grande, al igual que su dependencia internacional. Pero la austeridad tiene un límite, y la dignidad de los pueblos no puede menospreciarse. ¿Qué más daño se puede hacer a Grecia? Quizás el sacrificio de los griegos sea el principio de nuestra rebelión, ya que nos enfrentamos a una crisis existencial. La idea de la Unión Europea ha entrado en un proceso de desintegración, pues cuando se pretende actuar como un Estado sin serlo, careciendo de la voluntad de proteger el bien común de sus ciudadanos, y teniendo una descomunal burocracia que no rinde cuentas a nadie, los únicos beneficiados son los intereses de especuladores y grupos privados ajenos. Durante todos estos años de crisis, las soluciones de austeridad propuestas por la Unión solo han conducido a que la deuda especulativa privada se convierta en deuda pública estatal a fin de evitar el desplome del sistema bancario.

De este modo nos han vendido a todos. Nos han cargado con una deuda impagable, y la recuperación parece ser solo un espejismo. No solo no se ha podido regular el sistema bancario, sino que tampoco se ha garantizado la independencia política del Estado y la voluntad popular con respecto al sistema financiero. Más bien al contrario, el caso griego demuestra el objetivo de doblegar esa voluntad para crear una verdadera dictadura económica dominada por las grandes corporaciones. Si todos los millones empleados en los rescates se hubieran usado en inversiones públicas para proyectos reales de desarrollo; si en vez de apoyar a los especuladores, se hubieran concentrado los esfuerzos en solucionar los problemas de los pueblos, ahora no nos encontraríamos en esta situación crítica. Por ello, la valiente actitud del gobierno de Syriza merece nuestro respeto, puesto que, aún sabiéndose pequeño, ha hallado el talón de Aquiles de su enemigo, y es capaz de encarar la defensa de la vida de su pueblo sin humillarse como lo hicieron los que le precedieron. Representa la vanguardia de un movimiento que ya está en marcha en todo el sur de Europa.




El Banco de España pide recortes mientras contrata sanidad privada (con nuestro dinero) para sus empleadxs

Por CAS Madrid

Que el Banco de España es un apéndice de los intereses del capital no es ninguna novedad, lo que tampoco sorprende es que haga seguidismo de las recetas del Fondo Monetario Internacional. Así, a las 48 horas de que el FMI exigiera más ajustes económicos e incrementar el copago en sanidad y educación, con la rapidez del alumno aventajado, el Banco de España hizo suyas las exigencias el FMI reclamando al gobierno que aplique subidas de impuestos que permitan recaudar más por IVA, impuestos especiales y medioambientales, recortes de gasto para reducir el déficit, así como una nueva reforma laboral más drástica que la de 2012.

Pero mientras el Banco de España pide al gobierno aplicar mano dura contra la población, no se la aplica a su entorno. En este sentido es vergonzoso que acabe de licitar la “contratación de una póliza de seguro colectivo de asistencia sanitaria para los empleados del Banco de España en los servicios centrales[1] hasta 2019, (prorrogable 10 años más, hasta 2029) por valor de 17.324.600,16 € solo para los cuatro años iniciales, con prestaciones a las que no tiene acceso el resto de la población[2], y que incluye además de a los empleados en activo y prejubilados, a sus pensionistas y sus cónyuges y a los familiares de los dos grupos anteriores[3], mientras apoya las medidas del FMI de más recortes y copagos en sanidad. De nuevo, dinero de todos para ofrecer sanidad privada, sin listas de espera, a la élite que diseña las medidas de ajuste.

Es más curioso todavía que la existencia de redes paralelas de asistencia sanitaria privada, financiadas con el dinero de todos,  no haya merecido ni una línea en los programas electorales de ningún partido político, ni de los emergentes que “venían a hacer nueva política”, ni de los “sumergidos”  que nos tenían acostumbrados ya a la vieja política, con lo que todo indica de que no es posible “nueva política” (más allá de los gestos) desde las instituciones, y de que no hay cambio posible que no pase por la organización y la movilización sostenida de la población, al margen de los partidos políticos, luchando por el control y la gestión directa de los servicios públicos.

                                                                                                                                Junio de 2015

[1] http://www.bde.es/f/webbde/GCS/sobreelbanco/contrataciones/licita/ficheros/PCP1503597.pdf

[2] Franquicias dentales, podología, psicología, críoconservación de células madre, reproducción asistida, etc…

[3] Las aseguradoras de salud pujan por las 10.000 pólizas del Banco de España. http://www.eleconomista.es/interstitial/volver/276460222/empresas-finanzas/noticias/6679887/05/15/Las-aseguradoras-de-salud-pujan-por-las-10000-polizas-del-Banco-de-Espana.html#.Kku8Bw6ykKMZinX