Crítica de «Gamonal, la historia desde abajo»

Much@s de quienes conocen la ciudad de Burgos se asombran de que siga existiendo Gamonal. Que siga existiendo un gran barrio obrero y popular que ha frenado en repetidas ocasiones los intentos de construir allí como un segundo centro de la ciudad, que hubiera conllevado la expulsión de la población oriunda del barrio, supone una singularidad reseñable dentro de la tendencia actual a gentrificar cualquier espacio rentable para los especuladores. Pero los autores de este ensayo tan feliz, tan cercano con la gente, huyen de esa imagen de barrio espartano que se rebela espoleado por su esencia insurreccional.

El libro “Gamonal, la historia desde abajo” (2017, Ediciones el Perdigón), ofrece una panorámica que ayuda a entender dicha singularidad, que se produce también en otros lugares, de modo que estas páginas que ahora nos ocupan podrían servir para comprender otros conflictos vecinales. El libro comienza exponiendo la evolución de Gamonal, desde que era un pequeño pueblo hace no tantos años, hasta la situación actual, reflexionando acerca de la construcción social del espacio del barrio y de las estrategias seguidas por las élites locales. Prestando especial atención a la lucha cultural, Marcos Erro y José Medina se sumergen en la realidad cotidiana del barrio y en la relación “dialéctica” que se establece entre dicha periferia y el centro ocupado por la pequeña burguesía y los mandamases de turno. Han trabajado con cariño el libro, realizando más de una treintena de entrevistas; además, conocen de primera mano el barrio. Los autores buscan incidir políticamente con su libro, llegar a la gente corriente que no suele leer a Bourdieu; esta es una de las grandes virtudes del libro, entre las que se mencionaremos también esa fineza para conectar con la gente e hilar un discurso límpido y bien armado que hará las delicias de los lectores, además del excelso trabajo de documentación y la habilidad para sintetizar tanto material en un solo tomo.

Pero dichas virtudes conllevan aspectos menos positivos. Cuando se busca un discurso limpio que intenta traducir de forma sencilla aspectos políticos muy complejos, como los que trata “Gamonal, la historia desde abajo”, se corre el peligro de dejar de lado la profundidad del análisis. En el plano teórico, Marcos Erro y José Medina adoptan la teorización sobre la hegemonía de Gramsci, que tantas veces hemos escuchado en bocas de los dirigentes de Podemos. De hecho, uno tiene la impresión de hay muchas coincidencias entre el discurso de la formación morada y la que ofrece este ensayo.

Los autores escriben: “En Burgos existe una trama de poder formada por las élites económicas de la ciudad que se mantienen gobernando gracias a que consiguen que las mayorías sociales que viven en los barrios de la ciudad se comporten de forma funcional para los intereses de los que mandan”. Sin embargo, los trabajadores no son engañados por “el periódico con mayor tirada de la urbe, el dominio del discurso populista y la promoción de una cultura acrítica…”, tal y como se afirma en el libro que nos ocupa. Pero, más bien, se trata de un tema de economía, de economía deseante. La opresión y el sometimiento al capital generan grandes amores, es lo que Lyotard llamó el goce prostitutivo. Pero nadie se atreve a decir; sí, reconozco el goce que te produce seguir echándote más y más peso sobre las espaldas, el placer que te da seguir alimentando a esa “parte” reaccionaria del barrio.  El deseo es producido en el inconsciente, pero luego resulta traducido por el capital, que lo registra e introduce la trampa de la carencia, dotándolo de una intencionalidad en relación a las máquinas sociales. Por eso deberíamos preguntarnos por los fascinantes dispositivos mediante los que el capitalismo traducir el deseo.

 Si numerosos análisis de los movimientos sociales parten de conceptos como la ideología, el interés o la necesidad, quizá sea porque no tomen al deseo en un sentido esquizoanalítico. Esto es, al deseo como productor de lo real. Las necesidades de los vecinos de Gamonal no explican la protesta social, porque las necesidades dependen de los deseos, y no al revés. Por tanto, la economía deseante podría arrojar algo de luz y complementar las posibles explicaciones de la acción colectiva en el barrio de Gamonal. Al fin y al cabo, nosotros somos el deseo y lo social; más que liberar nuestro deseo, debemos buscar nuevos placeres, líneas de fuga que nos conduzcan a territorios sostenidos casi sobre la nada (como la fuga del “no nos representan”, del 15M). No se trata de un tema de engaño o de ideología dominante, como se afirma en el ensayo.

Otro de los aspectos teóricos que también me parece rebatible, consiste en la idea de Marcos Erro y José Medina de que existen “tres Burgos”, definidos por su capital cultural y político; el Burgos de las élites, el de oposición y el popular. Básicamente, consiste en una traducción (desconozco si intencionada o no) de la teoría de la diferenciación social de Bourdieu. Por una lado estaría la clase alta (el Burgos de las élites) que trata de diferenciarse socialmente, la clase media que trata de acumular capital cultural por otro (el Burgos de oposición), y finalmente la clase trabajadora que disfruta de su cultura menospreciada (el Burgos popular). Este ensayo propone la articulación de la clase media con la clase trabajadora, sobre todo a partir de la lucha cultural; no para sumar, sino para multiplicar, tal y como suelen explicar Iñigo Errejón y otros dirigentes podemitas. Pero resulta que de la clase es extraída de la masa, y después se insertada a la clase en algún partido que dice representarla. Así se construyeron los partidos comunistas primero, y los populistas, después.

En definitiva, nos encontramos ante un ensayo cercano que intenta conectar con la gente para incidir políticamente, de un estilo límpido que propicia una interesante y amena lectura, que sirve también para comprender procesos como la transformación del espacio urbano en un barrio obrero como Gamonal. Pero estas grandes virtudes dejan de lado la profundidad del análisis político. Habría que hacer una cartografía del deseo, de cómo los movimientos íntimos del deseo de los vecinos van deshaciendo a las grandes agrupaciones molares de la ciudad donde los soberanos y los legisladores campan a sus anchas.

 

 

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