Qué es la trágala (y por qué está en Steam)
VÍDEO:
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El Sopar (Pere Portabella, 1974), realizada en la etapa final del franquismo, con la represión criminal funcionando a todo gas, su rodaje en una misma tarde-noche, coincide, para mayor simbología e intencionalidad, con la velada víspera del asesinato por garrote vil de Salvador Puig Antich. Esto es, la tarde del 1 de marzo de 1974, estando Salvador “en capilla”.
Los protagonistas son 4 ex-presos y 1 ex-presa políticos de diversas adscripciones militantes e ideológicas, que suman un total de más de 50 años de cautiverio efectivo; y la narración o argumento de la película es precisamente la reflexión espontánea de esas personas sobre esa experiencia, tanto en el plano político como personal y vital.
En tanto que asociación de represaliados y represaliadas del franquismo, El sopar tiene para nuestra asociación La Comuna un doble valor: primero porque habla de la cárcel y de las vivencias e inquietudes de los presos y presas políticos; nos hemos reconocido en ese diálogo de los protagonistas y en la imagen cercana que transmiten como seres de carne y hueso, huyendo de triunfalismos y retóricas, con sus dudas y contradicciones, que en definitiva no serán muy diferentes a las de otros presos de conciencia víctimas de regímenes totalitarios en cualquier punto del planeta; por otra parte, porque contribuye a la lucha en la que junto a tantas otras organizaciones memorialistas estamos empeñados por la verdad y la justicia respecto a los crímenes del franquismo.
Hollywood normalmente no responde a factores artísticos a la hora de producir una película, si no a factores económicos. La pregunta a la hora de producir una película en los esquemas lógicos de hollywood no suele ser si el potencial del guión, el aspecto artístico de su fotografía, u otros condicionantes estéticos y artísticos son suficientes como para sacar algo bueno de la propuesta, si no si la financiación de ésta será recompensada con beneficios millonarios. Sin embargo, de vez en cuando, de Hollywood salen obras maestras.
En este caso, Christopher Nolan (un director de su época), nos propone “Interstellar”, una historia que reflexiona sobre el potencial del amor (en este caso no se refiere al “amor romántico”), la contradicción colectivismo-individualismo, o lo ilimitable del ser humano como explorador y conquistador, sirviéndose y utilizando la astrofísica, la mecánica cuántica y otros recursos científicos como escusa.
Con una trayectoria indiscutible, Christopher Nolan ha dirigido obras maestras tales como “Memento”, “Orígen”, “El Prestigio: el truco final”, o “Insomia”. Esta vez, Nolan, en su épica cósmica de ciencia ficción, a parte de hacer guiños constantes a clásicos del género (2001: Odisea en el espacio; Gravity; o Star Wars), también utiliza sus típicos recursos cinematográficos tales como giros inesperados en el guión, elementos surrealistas, o cuestiones filosóficas y conceptuales de fondo que no dejarán indiferente al espectador.
“Interstellar” es la historia de un padre (Cooper), en un mundo distópico azotado por tormentas de polvo, donde el único alimento cultivable es el maíz y el ser humano tiene sus días contados en la Tierra. En este contexto, el amor de Cooper por sus hijxs, lo llevará ha aceptar una misión (de la cual no sabe si volverá), que puede que sea la más importante de la Humanidad: viajar a través de un agujero de gusano descubierto en la órbita de Saturno, en busca de mundos potencialmente habitables para comenzar de nuevo.
Dejando de lado su excesiva duración de casi tres horas (algunas secuencias podrían haber sido recortadas, y en general, la película podría haber recortado y prescindido de algunas escenas), su a veces patriotismo americano (casi inevitable en una película Hollywodiense) y sus recursos emocionales a veces algo forzados, en general, Nolan, logra en su conjunto una obra casi perfecta. La fotografía (las secuencias del agujero de gusano, o el agujero negro, llamado Gargantúa en la película) no dejará indiferente al espectador, al igual que su épica banda sonora, de la mano del gran compositor Hans Zimmer. Sus reflexiones filosóficas de fondo, donde Nolan pone en duda la superioridad del individualismo al colectivismo, su realismo científico (aunque haya ciertas licencias artísticas a las que debe de recurrir para darle consistencia al guión) y la brillante actuación de sus protagonistas, hacen de la cinta una de las mejores (por no decir la mejor) películas que Christopher Nolan haya dirigido nunca. Con “Interstellar” seguramente nos encontremos con una de las mejores películas del año, difícilmente superadas por otras obras. Lo que sí que está claro, ya no solo para el público, si no para lxs críticxs profesionales, es que “Interstellar” es ya la mejor película dirigida y escrita por Nolan.
Si Christopher Nolan será recordado por algo, será por “Interstellar”.
Berry Espinosa, cinéfilo y militante anticapitalista.