Esponsales

Víctor Atobas

Estoy harto de escuchar
redondos nenúfares sin lotos
despertando estancos ecos.

Sabios ancianos anuncian
primeras décadas de siglo
en concatenadas parálisis;
trágala análisis
a veinte euros el cuenco papel:
lleno
lleno
negro
yelo de máquinas
que nieva,
según los sabios,
la cabeza del monte.

Nuevamente una vez más
sin llegar jamás a la límpida fuente,
me pregunto si acaso esa misma sucia negrura
que pintan los sabios acerca del lienzo pantalla:
pincel de angustia
brochazos pesadillescos
insomnio de la paleta,
es anuncio del paisaje
en que la alianza del hombre con el hombre
ha sido repintada por la historia,
así como condición de posibilidad para otras nupcias
que no unan ya las fuerzas del hombre
a las fuerzas del hombre,
sino a las potencias de las máquinas
cantadas por el anillo del águila.

¡El hombre casado con su propio brazo
es una idea caduca!

¡Busquemos la perenne corriente
que tiende hacia el infinito
en esponsales con el silicio rojo!

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