Quémame
(Imagen generada con IA)
Quémame
Víctor Atobas
Allí por donde piso
voy buscando las celestes formas
que dormitan en los cocheros de la ciénaga de Miturno
zuncal de trágala
rueda de organón del carro
de heno de la época
y despierto los húmedos senderos
entre el sueño de los ángeles
y el anhelo de los terrenos seres que se tienden
sobre las pasarelas a punto de cruce,
justo a un solo
paso
de las hermosuras que regalo entre los arbustos
que pululan en el jardín de las delicias:
de mis pensamientos
regalo las estampaduras del bendito mirador de la utopía
y cerezos de filosofía en flor de guerra,
de mis ojos
regalo las destelladuras de la invisible trágala
que al fin se ve en la carne júnjuma,
de mis manos
regalo las travesuras de un juego de oveja negra de la familia más blanca
que la absoluta luz primera,
de mi sexo
regalo las tintaduras que fugan
el tubo gris del rostro en sorgo,
de mi alma
regalo las talladuras en caribú de la más alta esperanza.
Hago todos estos regalos siguiendo tu dictado,
oh, Eros:
sabes que soy
tu esclavo
que mi entero cuerpo marioneta tu férrea orden
y, sin embargo, me condenas otra vez al dulce
fuego del altar de las fuentes
de las soledades.
Amo quema
quémame siempre;
siempre me enamoro locamente
de todas y cada una de mis amigas,
me entrego a ellas sin medida
ardiendo al cumplir tus órdenes.
Amo quema
quémame siempre
déjame solo
y después llévame a vivir de nuevo
entre los pechos de las diosas.
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