Preguntas de una mujer que lee

Para Bertolt Brecht

¿Quién amasó el pan de los que edificaron Tebas, la de las siete puertas?
En los libros no se menciona el nombre de ninguna.
¿Acaso reyes y canteros madrugaron por leña para encender el fuego?
Y en Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién acarreó el agua para los que la levantaron otras tantas?
Y en Lima, resplandeciente de oro, ¿quién limpió las chabolas donde vivían los albañiles?
¿Quién les hizo la cena a los obreros la noche que terminaron la Muralla china?
La gran Roma está llena de arcos de triunfo.
¿Quién curó las heridas de quienes los erigieron?
¿Quiénes amortajaron a los vencidos por los soldados de los césares?
Bizancio, tan enaltecida,
¿acaso no tenía lavaderos para hacer la colada?
Incluso en la legendaria Atlántida, la noche que fue devorada por el mar,
hasta los esclavos que se ahogaban clamaban llamando a sus mujeres.

El joven Alejandro conquistó la India.
¿Quién amamantó y crio a sus soldados?
César venció a los galos.
¿No llevaba tras sus legiones siquiera unas prostitutas?
Felipe de España lloró cuando se hundió su flota.
¿Nadie más lloró la muerte de los marineros?
Federico II venció en la Guerra de los Siete Años.
¿Por qué siempre la guerra para resolver conflictos?

Cada página una victoria.
¿Quién fregó la vajilla del banquete del triunfo?
Cada diez años un gran hombre entre hombres.
¿Quién pagó los platos rotos?

Tantas historias,
tantas preguntas.

Poema perteneciente al poemario de Conrado Santamaría, «De vivos es nuestro juego» (2015, Ruleta Rusa)




El machismo es un invento

Imagen por Ares

Mujer.
Es sólo un género.
Ella no es feminista, ni falta que le hace. A ella si le ayuda su novio.
Tiene 26 años y ya ha escuchado muchas veces la pregunta de por qué no tiene hijos.
Le afecta, porque sabe que se pasa el arroz y que ese es su sueño en la vida.
Formar una familia. Pero el aún no quiere. Y ella espera tranquila.
No quiere precipitarse y que se sienta obligado, no quiere perderle…
Aprieta a un hombre y querrá irse bien lejos. Dale campo para correr y querrá pastar a tu lado. Eso dice su madre… Y lleva mucha razón.

Ella es liberal, una mujer de hoy que no depende de nadie, se fueron a vivir juntos porque se quieren, y llevan 8 años juntos. No se han casado. Son muy modernos. Auque le gustaría vestirse de lanco, algún día.
Nno le interesa la política. Aunque estando cerca de él es difícil no interesarse.
Sus opiniones suelen ser radicales, y le han enseñado mucho sobre la política y sobre la vida.
El otro día leía una crítica sobre custodias compartidas, que si los niños no son objetos, que si los bebes necesitan estar con su madre…
Egoístas estúpidas, dce el. Y ella le da la razón.
Lo hablaron a la hora de comer en la fábrica, y si el hubiese estado habrían sonado tiros.
Son todas unas egoístas, qué pasa que los padres no tienen derechos sobre sus hijos? Qué ellos se tienen que conformar con verles cada dos semanas?
Una le dijo que se notaba que no tenía hijos. Que parecía mentira que fuese una mujer.
Que rezara porque no tuviese que pasar por un divorcio con hijos por en medio.
Machista la llamó.
No quiso discutir pero lo tiene claro.
A quién? A mi me van a dejar? Pensó. A mi eso no me pasa, porque no soy una de esas golfas que piensan más en si mismas que en sus casas y sus familias.
Normal que las dejen! Yo salgo directa del trabajo a casa, a cumplir con mis deberes.
Y ya salió la lista. Sí, y también custodia compartida para los maltratadores, y claro, ella tuvo que hablar otra vez.
Porque de eso si sabe mucho, el lo repite todos los días. Cuántas denuncias falsas? Locas que quieren quedarse los hijos para ellas solas pero seguir cobrando la pasta. Viviendo del cuento.
Desde entonces hay varias de la fábrica que no le hablan.
Pues mejor. Para lo que hay que oir!
A ver si se creen que con sus mentiras va a cambiar lo que ve a diario.
Qué lo ve! Pues qué quieren? Mismo sueldo? Pero si cuando se llena el final de la línea han de llamar a un hombre en la fábrica porque no pueden con las cajas.
Cómo van a cobrar igual si hacen menos esfuerzo?

En casa es igual, el gana más, así que tendrá que compensarle, no? Es justo cree ella.
Y aun así el es generoso y le ayuda.
Hombre, no espera que limpie los baños o lave la ropa, pero tira la basura y hace la cama. Qué más puede pedir?
Machistas dicen, pues mira, a los hombres los criamos nosotras, las madres. Lo tiene muy claro, cuando tenga un hijo le educará para ayudar en casa. Nada de vivir del cuento.
Como su hombre, que está ahí cuando le necesita, honesto y trabajador. Nada de tonterías.
Que no espera que limpie el polvo, mas le vale saber usar un destornillador.

Denuncias falsas. Anda que no hay… Porque las mujeres somos malas por naturaleza piensa. Pero malas. Si lo sabe todo el mundo. Las peores críticas son entre mujeres. En la fábrica siempre hay peleas, siempre hay conflictos, las mujeres son víboras.
Ellos también se pelean pero lo arreglan con una cerveza y al rato tan amigos. Entre ellas no hay arreglo. Siempre es igual. Y luego se quejan de los hombres.

Siempre quejándose de que si no hay seguridad para las mujeres, seguridad! Lo que no hay es decencia ya. Que esas modernidades a ella no le van, se lo puso difícil, no se entregó a la primera, solo faltaba.
Qué tipo de hombre iba a conseguir sino? En su línea hay varias divorciadas, una de ellas metió al marido en la cárcel, porque la mandó al hospital. Algo le haría, a mi que no me digan, dice su novio, y no le falta razón piensa ella.
Y eso que yo aviso, si alguna vez me pega lo mato. Pero es que yo no doy motivos. A saber que le hizo! Y no le deja ver a los niños. Qué poca vergüenza! Le han dado la custodia a ella. Y dice que no se los deja porque podría matarlos.
Anda loca! Lo que quieres joderle la vida. Y le sacas la pasta con la excusa de los niños todos los meses.
En fin. Feministas locas. Y tanta ley de violencia de género. Lo que tienen que hacer es dejarnos votar. Porque las feministas esas hacen mucho ruido pero las mujeres “Normales” también tendríamos voto. Ni leyes ni nada. Más decencia y menos tontería. Igualdad dicen…
Si el machismo es un invento de las modernas, que no respetan su naturaleza…
Ahora sólo falta que la acusen a ella de machista otra vez, ja! Una mujer machista! Cuánta tontería!




Freud, Lacan: El sexo a la deriva

«El goce fálico es el obstáculo por el cual el hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque de lo que goza es del goce del órgano».

Lacan, Seminario 20, «Aún».

 

Un refrán nicaragüense dice que «cuando un sabio señala las estrellas, los tontos miran al dedo». Creo que a una gran parte del movimiento de liberación de lesbianas y gays les ha pasado eso respecto al psicoanálisis. De la ingente obra de Freud sólo han trascendido en la mayoría de los escritos de muchos teóricos queer dos o tres tópicos, a saber:

– Freud llama «perversión» a la homosexualidad, en su obra Tres ensayos para una teoría sexual (de 1905), por lo que parece ser que la considera algo anormal, insertándola en el sistema médico- patologizante homófobo que se inició a finales del siglo XIX.

– Freud establece una especie de desarrollo armónico heterosexual al final del complejo de Edipo, una vez «superadas» esas fases infantiles polimorfas donde hay deseos bisexuales y de otro tipo. Es decir, sería uno más de los que legitiman el sistema hetero-normativo.

– Freud sería un machista homófobo porque plantea que las mujeres tienen «envidia del pene», o sea, que les falta algo que los hombres tienen, y además las lesbianas quedarían excuidas del mundo del deseo según este proceso falocrático.

En estas críticas habituales a Freud se olvidan bastantes cosas. En primer lugar, que los desarrollos iniciales de su teoría (que he caricaturizado aquí) fueron modificados sustancialmente por el mismo Freud en sus obras de los 30 años siguientes, hasta el punto de no considerar la homosexualidad como algo específico a «tratar», sino una orientación sexual más en medio de una infinita multiplicidad del deseo donde no hay lugar para la normalidad, ni siquiera heterosexual («Carta a una madre americana»). También aporta una crítica feroz al psicologismo y a las visiones «organicistas» o biologicistas del deseo, que incluso hoy siguen pensando que el deseo de los sujetos está escondico en ciertas partes del cerebo o en algún rincón de los cromosomas.

Muchos teóricos queer omiten también a otro autor fundamental que puso de relieve el potencial subversivo de la obra de Freud, y que en su enseñanza desde 1950 a 1980 elaboró un desmantelamiento implacable de las categorías de hombre y mujer, de relación sexual y de armonía entre los sexos: nos referimos a Jacques Lacan.

La obra de Freud y la de Lacan suponen dos herramientas fundamentales a la hora de cuestionar la construcción social y discursiva de «la homosexualidad», siempre y cuando sepamos mirar hacia dónde apuntan y no nos quedemos en la literalidad de sus textos. Evidentemente, es cierto que Freud asume en su lenguaje muchos de los prejuicios positivistas y machistas de su época, pero eso no invalida la totalidad de su obra. De hecho, ya es bastante sorpendente que un médico de la burguesía vienesa de finales del XIX llegue a asumir (por primera vez en la historia de la cultura occidental) que no hay una normalidad en el deseo, que el deseo humano no está relacionado con la biología, que las prácticas sadomasoquistas, lesbianas, masturbatorias, coprófilas, etc, no son algo «especial» o de «los otros», y que la «heterosexualidad» no es un estatuto natural, sino más bien una aspiración impuesta culturalmente que además nadie cumple sin pagar un precio.

Cuando Lacan afirma que «no hay hombres ni mujeres, sino tan sólo sujetos, todos castrados, todos perdidos», está abriendo las puertas al terreno de la multiplicidad, a una concepción del deseo humano que no tiene que ver con el discurso de la ciencia, ni con el de la psicología, ni siquiera con esa «incitación a saber sobre el sexo» que denució Foucault en La voluntad de saber, puesto que lo que plantea Lacan precisamente es que «no hay saber sobre el sexo», y que ese «no saber» tiene efectos sobre los sujetos, pero siempre efectos de singularidad, que no se clausuran en la hermenéutica ni en ningún discurso de salvación o transparencia explicativa.

Otra confusión muy común sobre Lacan, que se da también entre algunas teóricas del feminismo (otras, precisamente, son lacanianas), es la de considerar «el falo» (noción simbólica, que nadie posee) como «el pene», el órgano. Esa confusión es precisamente la que marca muchas vivencias de la sexualidad llamada «masculina» (esos hombres, esas mujeres, homos o héteros, fascinados por la esperanza de un pene todopoderoso). En la medida en que el falo no da respuesta a la pregunta «qué es ser un hombre y qué es una mujer», el sujeto no tiene una relación a priori ni con el género, ni con el otro, ni con el cuerpo, ni con el sexo biológico (ni consigo mismo). Mayor carga de dinamita para el orden social y (hetero)sexual, imposible.




La maldita historia de la división de géneros

Los hombres dicen que las mujeres se sienten realizadas a través de la maternidad, y la sexualidad refleja lo que los hombres piensan que encontrarían cumpliendo si fueran mujeres. Las mujeres, en otras palabras, no tiene envidia del pene; los hombres tienen envidia del coño...”

VALERY SOLANIS, Extractos del SCUM (Society for Cutting Up Men)

Estaría bien distinguir la interpretación que la mujer hace de sí misma, de cualquier otra. Pero, hoy por hoy, las imágenes que las mujeres reconocen como identidad propia están heterodeterminadas, y obedecen a estereotipos marcados hace tiempo. La imagen de la mujer es, en la mayoría de los casos, la imagen masculina que la mujer toma e imita, hasta el punto de presentarla como suya. Y aquí da igual el origen social. ¿Qué tiene en común el mundo de una mujer pequeñoburguesa, que se ve a sí misma como consumidora, acude a la peluquería, lee revistas femeninas, y se lleva ese mundo de imágenes a su casa; con el de cualquier otra mujer? El sello masculino se impone de manera innegable, marcando su superioridad. Es difícil para el hombre aceptar una mujer altamente intelectual o cargada de fortaleza. Por el contrario, en las revistas femeninas aparece siempre la fórmula del ama de casa inofensiva. La “domesticación” de esta imagen se hace presentando igualmente la contraria: Marilyn Monroe se convirtió en un mito tras su muerte, pero más como un símbolo de aviso o escarmiento por sus “excesos” que como un modelo a seguir. Si pretende ser libre o independiente, se la considera una “vampiresa” o poco más que una puta. Si resulta demasiado fuerte, como en el caso de la imagen creada de Juana de Arco, ésta se convierte en niña y santa, es decir, se la despoja completamente de su feminidad.

El tópico de la “femme fatale” nos lleva a la mujer inalcanzable, infantil, perversa, alejada de la razón del hombre, con una naturaleza irreductible e incluso inexplicable. Ya pueda ser en la Lulú de Frank Wedekind (llevada a la ópera por Alban Berg), la Salomé de Oscar Wilde, o la Electra de Hofmannsthal (también escenificada por Richard Strauss), la perversión de la mujer solo puede acabar con su muerte. Todas las imágenes históricas de la mujer han repetido este mismo esquema, sobre todo en la tradición religiosa: Eva, Dalila, Judith. En todas ellas resulta perfectamente perceptible la inquietud y la amenaza. En 1983 el grupo femenino “Las Vulpes” interpretaron la canción “Me gusta ser una Zorra” en el programa de TVE “Caja de Ritmos”, lo que motivó su cierre por escándalo público.

Llevando la provocación de modo más extremo, las “Pussy Riot” fueron condenadas a dos años de cárcel por vandalismo al actuar en la catedral de Moscú en 2012, en un acto de reivindicación política. Su ejemplo fue seguido aquí en protestas contra la Iglesia y el Partido Popular por su legislación sobre el aborto. Es el modo en el que la mujer utiliza su imagen estereotipada, creada por el hombre, para darle un sentido reivindicativo con un profundo valor feminista. En la letra de “Me gusta ser una Zorra” (“Si tú me vienes hablando de amor, qué dura es la vida, cual caballo me guía, permíteme que te dé mi opinión: Mira, imbécil, que te den por culo, me gusta ser una zorra”), ya hay toda una declaración de principios, de independencia y de libertad con respecto al poder y los valores del macho dominante y sus esquemas familiares, reproducidos en las doctrinas religiosas. Al usar las bases revulsivas del punk, el mensaje calaba en los cimientos de las normas de conducta aceptables por el sistema, volviendo del revés sus estereotipos. La imagen de las mujeres mostrando sus pechos ante el cardenal Rouco, o en el Congreso de los Diputados, muestra igualmente la subversión del discurso machista. En la hora de la emancipación femenina, las muertes producidas por esta voluntad de liberación, demuestran la crisis y el final del mito heredado y moldeado históricamente para considerar a las mujeres como “una minoría”.

En su libro “El Segundo Sexo”, Simone de Beauvoir, analizó estos “mitos” sobre la existencia femenina: “Es difícil describir un mito, no es posible tomarlo y circunscribirlo; atormenta a la conciencia, sin presentarse jamás ante ella como objeto definido. Un mito es tan fluido y lleno de contradicciones, que de entrada no se puede describir su unidad. Dalila y Judit, Aspasia y Lucrecia, Pandora y Atenea, la mujer es a un tiempo Eva y María. Es un ídolo, una sierva, fuente de la vida, poder de las tinieblas; es el botín del hombre, es su perdición…” Al considerar a la mujer como una existencia marginada, concebida en tonos peyorativos por la conciencia masculina, el hombre siempre la ha relegado a un papel secundario, y la ha integrado dentro de las “categorías” a defender, junto a otras “minorías” étnicas, religiosas o sexuales, como los negros, los judíos o los homosexuales, cuando el concepto “mujer”, como el de “hombre”, son simples referencias de género, que, hoy por hoy, andan en revisión.

Las imágenes de lo femenino y lo masculino, formuladas como aprendizaje cultural, subjetivizan el deseo, y nos hacen replantear los roles y los comportamientos. Tradicionalmente, a este aprendizaje se une la fabricación de objetos formales de atractivo físico femenino, que se interiorizan en la memoria de las mujeres, a fin de que externalicen su presencia material, transformando su carácter humano en producto de consumo y de moda ante la opinión pública. Así se logra la conexión entre el objeto del “encanto” femenino con el “deseo” masculino. Esto conduce a una disociación cognitiva, que marca los lugares y los límites del hombre y de la mujer, y que conduce a un diálogo de sordos, que se perpetúa en el tiempo, y que no produce más que a la incomprensión de dos mundos opuestos: la mente masculina ha formado toda una colección de fantasías imaginarias sobre la sexualidad femenina, y las ha convertido en dogmas universales, cuando no tienen sino una naturaleza “fantasmal”. Esta es la verdadera razón del uso de la pornografía, de carácter esencialmente masculino, al reproducir la imagen del “hombre cazador” y “mujer presa”.

Pero esta imagen “depredadora” no implica sino la realidad del miedo masculino a admitir su incapacidad por liberarse de su propio rol aprendido, del estereotipo de género, por el que se le adiestra a ser un varoncito machista, y que ha hecho posible durante tanto tiempo la existencia de una verdadera “guerra contra las mujeres”. Solo la perspectiva de un cambio sustancial en la “interiorización” del significado del concepto “género”, y la subsiguiente reformulación de los roles ligados a este concepto, nos permitirá romper el nudo gordiano de todos nuestros prejuicios machistas, y vislumbrar un nuevo tipo de convivencia.