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Contra el algoritmo: el amor a Jasper y la necesidad de un arma meta–sindical

 

Cuarta parte del debate sobre el meta–sindicato del videojuego

Lee las anteriores partes del debate:
– Parte I: Acerca del meta–sindicato del videojuego
– Parte II: Sobre el debate del meta–sindicato del videojuego
– Parte III: La apertura del meta–sindicato

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Contra el algoritmo: el amor a Jasper y la necesidad de un arma meta–sindical

Víctor Atobas

 

Aunque Jasper es popular en el ciberespacio, realizaré una pequeña presentación para quien no sepa de su trabajo. Se trata de un desarrollador colombiano que es un genio a la hora de articular los lenguajes de la máquina: desarrolla mecánicas jugables tan ricas y complejas que más bien parecen implementadas por un estudio formado por cientos de trabajadores; se expresa de un modo singular y maravilloso, atravesando la lengua impuesta por el poder, haciéndola proliferar en direcciones creativas mientras la conjuga con un remix del inglés. De esta manera, en los vídeos que realiza en Youtube podemos encontrar nuevos acentos y expresiones que nos sorprenden y llenan de felicidad. Jasper es un genio, muy joven, que tiene mi respeto y admiración.

Llevado por el amor que siento hacia él, decidí responder a la intervención que realizó a través de Twitter en el debate acerca del meta–sindicado. Jasper señalaba que no había ningún sistema que debiéramos atacar; a su juicio, especialmente en el desarrollo indie, contaríamos con una gran libertad a la hora de realizar nuestro trabajo. Sin embargo, centra sus esfuerzos en el canal de Youtube, donde realiza vídeos acerca del desarrollo de videojuegos; así, ha acabado por acumular un montón de prototipos alucinantes con mecánicas muy complejas. Ha abandonado el proyecto de un juego mucho más acabado, más personal, donde pudiera expresarse en libertad; desde hace mucho tiempo se niega a publicar dicho juego. En ese sentido le pregunté si acaso su decisión se debía a que pensaba que este no sería promocionado por el algoritmo.

Lo que pretendía era precisamente animar a Jasper a que explorara su gran potencial artístico, pues me gustaría que lo desarrollara plenamente. Sin embargo, insistía en que la situación no era culpa suya, sino de la manipulación del medio en que tomamos decisiones. Se trata de un problema que comparto con muchos compañeros, además de con Jasper. A través del algoritmo y los formatos que imponen, en los que inducen ciertas actitudes, gestos, imágenes o discursos, las empresas hacen uso de la tecnología para manipular el medio en el que decidimos: el ciberespacio. De esta manera, el poder nos ofrece un abanico de posibilidades, pero en este caso lo posible aparece en el sentido de lo permitido; es decir, negando la auténtica posibilidad, la actualidad que incluye en sí la potencialidad en un sentido hegeliano. El poder dice: “eres capital humano, y más vale que tus cálculos individuales se orienten hacia la inversión más conveniente en cada uno de los momentos de tu carrera, con que debes estudiar bien las tendencias del mercado y adaptarte a ellas”. Es como si nos tomara, a cada uno de nosotros, por una empresa. “En caso de que no maximices el capital humano que tú mismo eres, serás declarado culpable; tú serás el único responsable de la ruina, sin tener en cuenta los múltiples factores como la clase social o la desigualdad económica.” Por decirlo de una manera resumida, el mensaje que el poder nos inocula en el inconsciente es: “da igual en qué barrio hayas nacido, eres una empresa y debes actuar como tal”.

Este es el problema: nos quieren convertir a todos en empresarios. Pero: ¿por qué el capitalismo necesita utilizar el algoritmo y la tecnología para cambiar el modo en que vemos el mundo? Porque tiene que modelar nuestras subjetividades; fabricar trabajadores sumisos que se limiten a calcular como empresas y a realizar únicamente lo que es permitido por el poder. Además de ser utilizado para controlarnos ofreciéndonos un abanico de posibilidades únicamente en el sentido de aquello que se halla permitido, además de manipular el medio en que decidimos y de modelar nuestras subjetividades para que nos comportemos como malditas empresas; además de todo esto, como digo, el algoritmo y las nuevas tecnologías son dispositivos que el capitalismo necesita para seguir reproduciéndose en el cibespacio obteniendo mayores tasas de ganancia.

Creo que el ejemplo de Jasper nos ayuda a ilustrar esto, pues es un gran programador indie que asegura –él mismo lo afirma– que podría desarrollar juegos mucho mejores, pero no lo hace debido a que focaliza su trabajo en seguir las tendencias del mercado. Sin embargo, tras los tweets en que mencionaba a Jasper, otros desarrolladores indies me enviaron mensajes privados o correos electrónicos solicitándome que dejara de comunicarme con ellos. Aseguraban que la situación que yo vivía se debía únicamente al fracaso comercial de The Bad Son, del que supuestamente yo sería el único responsable; por tanto, debía montar un canal de Youtube donde promocionar el siguiente proyecto y dejarlos en paz. En definitiva, debía callarme y asumir la culpa por mi fracaso; debía interiorizar que era un empresario que se había equivocado a la hora de calcular e invertir.

A este respecto estoy orgulloso de mi trabajo artístico y militante, y acepto con felicidad que Charditronic, Guinxu, Alva Majo, HeyNau y el resto de compañeros de ese grupo ya no se comuniquen conmigo por escrito; sé que he llegado mucho más hondo, he llegado hasta la puertas de la fábrica del inconsciente y las he traspasado. Ese era mi objetivo principal y lo he cumplido en tanto que militante comunista. Ocurrió lo mismo durante los debates del movimiento vecinal de Gamonal (Burgos); propuse el concepto de urbanismo colectivo y muchos vecinos se molestaron, no entendieron, pidieron que me callara y los dejara tranquilos. Apenas podían soportarlo, lo que constituía una buena señal; había tocado una tecla. Al cabo del tiempo, algunos de esos vecinos respondieron a los mayordomos de la ciudad –conocidos como políticos– con la demanda inscrita en el seno del concepto de urbanismo colectivo. No os podéis imaginar la alegría tan inmensa que supuso para mí leer esos comentarios. A este respecto, dentro de un tiempo (¿meses?, ¿años?) veremos florecer la semilla meta–sindical en las bocas de los desarrolladores indies que forman el mencionado grupo. Quizás no empleen el concepto de meta–sindicato, sino que recurran a otro término, pero de cualquier forma seguro que veremos algo de todo esto en el futuro.

 

 

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Neoliberalismo y posfascismo

Publicado originalmente en Cuarto Poder

Los distintos estudiosos del neoliberalismo consideran bajo distintos ángulos teóricos que constituye un nuevo tipo de “racionalidad” o fundamento que se va tornando incompatible con las tradiciones liberales modernas. Su característica más notable es la transformación del ser hablante, mortal y sexuado en un ente solo considerado como “capital humano”, el que imperativamente debe tender hacia su autovaloración permanente e ilimitada.

Esto ha implicado la aparición de nuevas figuras históricas en el escenario de la vida social: el “consumidor consumido”, “el empresario de sí mismo”,”el deudor permanente de su propia vida”, la lógica del “ganador -perdedor” en todos los pliegos más íntimos del vínculo social, la “vida matable” sin luto y sin duelo y el sacrificio colectivo sin causa alguna, sólo provocado por exigencias financieras.

En este escenario general, donde la subjetividad deviene “capital humano “, todos los pactos, procedimientos, contratos institucionales, que constituyeron a la democracia moderna ingresan aceleradamente en un proceso de licuefacción, reduciendo a la democracia y sus instituciones a puros simulacros que progresivamente van perdiendo su eficacia simbólica.

En este caso el famoso “estado de excepción” no procede desde una fuerza exterior que interrumpe las garantías constitucionales. Evocando una metáfora precisa de Wendy Brown “el neoliberalismo se asemeja más a una termita que a un león”. Su corrosión comienza por el interior de la estructura del edificio y con la constancia, velocidad  y la eficacia de un dispositivo que ya no necesita siquiera de políticos competentes o dotados de noción de Estado o perspectivas históricas.

Por lo mismo nadie se reconoce como “neoliberal “, todo el mundo es un demócrata que cumple con la obligación de construir un círculo inmunitario frente al hecho maldito del “populismo”.

Sin duda esta es una cuestión también filosófica, todos los proyectos de la modernidad que relacionaban  la experiencia de la verdad como una transformación de si y a la vez con una transformación colectiva entran en  un  severo colapso, el que vuelve a esas grandes apuestas teóricas y éticas en búsquedas tan necesarias y urgentes como también inciertas.

Ahora bien, ¿el Capital humano en el que deviene la subjetividad contemporánea es asignable a algún género? Indudablemente en el estrago general de un mundo sólo sujeto a la financiarización, la mujeres padecen la peor parte por su evidente  lugar de vulnerabilidad histórica. Pero a la vez hay que admitir que el Capital no se sostiene en ninguna significación fija ni estable. Su eficacia como dominación se produce precisamente en esta carencia de significación estable. Por lo mismo puede integrar a todas de forma mutante y desplazada a la constante reproducción de sus intereses de rentabilidad. Es la diferencia clave con respecto al Amo moderno.

Esto constituye un grave problema actual para aquellas elaboraciones discursivas que aún se proponen construir un esbozo de una lógica política de la emancipación, que indudablemente deben, tarde o temprano, pasar de una lógica de la resistencia a una propuesta afirmativa de proyecto futuro. Cuestión sumamente espinosa en un período de la historia donde el porvenir se muestra con las señales del Apocalipsis. Incluso por difícil que sea la tarea, la cuestión de una nueva Internacional  de una  izquierda popular se impone.

En la complejidad de semejante panorama, donde el capitalismo en su mutación neoliberal posfascista no tiene contradicciones que de modo inmanente  lo conduzcan a su final, resta sólo una brecha que los proyectos nacionales, populares y emancipadores deben tener en cuenta. El neoliberalismo en la heterogeneidad cambiante de sus formas, sólo dispone de una administración económica represiva para la gobernanza  sin ninguna capacidad para articular Pueblo, Nación y Estado. De allí sus inevitables apelaciones al surgimiento de una identidad xenófoba y racista. Por tanto, carece de legitimidad para construir un gobierno democrático. De esta brecha depende el futuro de la condición humana.




«Todo el mundo se siente culpable»

Publicado en Consultorio Psi (http://consultoriobosch.com.ar/a-nivel-personal-hoy-en-dia-vivimos-bajo-el-imperativo-de-la-logica-empresarial/)

Entrevista al psicoanalista Jorge Alemán.

Pino Alberol: ¿Cómo influye en nuestra vida personal el capitalismo?

Jorge Alemán: El capitalismo es una formación histórica que en su fase actual denominamos neoliberalismo y que pretende fabricar subjetividades. Como decía Margaret Thatcher: «La economía es el método, el objetivo es el alma». Estas subjetividades tienen un modelo, el del empresario. Es tratarse a uno mismo como una empresa, gestionar tu vida, las relaciones contigo mismo y con los otros desde el modelo de la empresa. No es necesario tener una empresa para esto, se puede vivir en la mayor de las precariedades y estar bajo las exigencia y los imperativos de rendimiento y competencia modelados en la lógica empresarial.

PA: ¿Puede poner algún ejemplo de esta situación?

JA: Todo el mundo siente que está exigido por encima de sus posibilidades, que no da la talla, que se siente culpable por no rendir lo suficiente. Por todo esto la patología de la época es la depresión o la adicción. También se da una proliferación de libros de autoayuda, de couch, gurús que todo el tiempo tratan de apuntalar la vida de las personas para que estén a la altura de ese rendimiento. Se ha llegado a límites tan perversos que cuando a alguien le despiden de un trabajo hay que interpretar eso como una nueva oportunidad. Estas nuevas fábricas de subjetividad le proponen a la vida de las personas que siempre tienen que ir más allá de sí mismos. La lógica del capital ha introducido algo ilimitado en la vida. En el capitalismo no hay límites.

PA: ¿Y cómo influye esto en las relaciones sentimentales?

JA: El amor está cada vez más sometido y subordinado a estos dispositivos de rendimiento, donde hay que dar la talla y presentarse sin ninguna falta. En cierta forma, el neoliberalismos es un rechazo del amor. Porque el amor exige el límite, la imposibilidad del tiempo y la indagación del misterio, de lo que permanece oculto y que jamas se podrá volver transparente, mientras que el empuje del neoliberalismo es que todo se haga transparente, que todo se pueda hablar, que todo pueda ser medido, calculable y evaluable. Hay un afán de programar las relaciones y borrar el carácter de encuentro.

PA: ¿Cómo escapar a esto?

JA: No hay receta política ni colectiva para escapar, salvo que la política empiece a entender que es muy importante el sujeto, que no se haga todo para las masas sino que se pueda constituir en una experiencia singular. Esto exigiría volver a pensar que parte de nuestra vida no está regida por la lógica del capital. Que parte de cada uno de nosotros no se comporta como una mercancía. Finalmente hay que pensar que el amor es el encuentro entre dos faltas que nunca se pueden colmar. Nunca nos podemos completar y entonces buscamos al otro para que nos acompañe en esta falta y no para que nos colme, porque sino sería una mercancía, que es lo que pretende el capitalismo. La pareja es el desafío de soportar juntos algo que no se puede resolver.

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