¿Uno de los nuestros?
¿Uno de los nuestros?
Víctor Atobas
Una vez me encontré
con un hermoso hombre
afeándose con la fiebre
del hombre blanco;
aunque era de tez tostada,
parecía que no lo había asoleado
el rayo del yaguareté
ni la yagua de la ayahuasca;
aquel hermoso hombre
flotaba en la nube
de la engañosa durga mata,
saltaba desde la plataforma
de una paranoia
hasta otra tela de araña…
Recuerdo que se acercó hasta mí
con guacal entre los brazos
y pilón en la boca a borbotones;
pronunció palabras incomprensibles
así que sólo pude reír
y reír de nuevo,
tal y como acostumbramos los indios,
hasta que dijo escúchame escúchame
no te rías escúchame:
¿trabajas
para la trágala?
Respondí si la trágala tragara
el mundo con la urna de su panza,
entonces yo sería el último
en tragar júnjumas
y el primero en suicidarme.
Luego preguntó eres uno de los nuestros,
respondí no soy de nadie;
en mi alma bullen
las indias tribus del volcán
sin propietario.
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