La historia de los derechos civiles perdidos tras esta estafa bancaria llamada crisis la contarán en el futuro. Pero el presente es que el Tribunal Supremo ha dictado una sentencia condenando a un joven activista de izquierdas por serlo. Eso es así. Quien conozca mínimamente la forma de actuar de un sector la policía española con los manifestantes antifascistas lo tiene bien claro. Pero el caso de Alfón es peor porque si no hubieran tenido bastante con señalarlo casi de por vida, perseguirlo desde el año 2012, implicarlo y convertirlo en una marioneta en manos de policías de métodos dudosos y de jueces nombrados de forma dudosa por cerebros aún más dudosos, lo quieren entre rejas. Pruebas nada fiables, interrogatorios bajo presión e intereses políticos en el meollo. Como en los tiempos de la caza de brujas en EEUU parece bastante claro que a este chico, cuya madre ha depositado su esperanza en la voz y la acción de los nuevos representantes políticos en Madrid, lo tiene difícil pero existe esperanza, se llame Manuela, Pablo o Ada. De entrada, la abogada y diputada de podemos en Madrid Elena Ruiz-Huerta ha pedido su puesta en libertad y ha dicho que su detención ha sido por participar en una huelga contra una precarización laboral que no hace sino aumentar. Su madre, Elena Ortega, ha leído un manifiesto secundada por miles y miles de madrileños/as actualmente en protesta.
La respuesta más positiva surge del pueblo, la ciudadanía y su indignación ante el lema del gobierno del PP. Cortar, criminalizar y Pegar. Pero los imputados no son los de las tarjetas negras , las cuentas en suiza, los yates para los amiguetes o las bolsas blancas (esos siempre son presuntos) sino una larga lista de jóvenes manifestantes que se encontraron con la facción más fascista de una policía que, aún hoy, no solo se encubre entre ella sino que utiliza los medios mas sucios heredados del franquismo para asustar a la población, particularmente si es joven y pensante. Vamos que nuestros gobernantes hasta hace poco mientras saqueaban las arcas públicas, trapicheaban con escuchas y favores y se deshacían de los que querían revisar la memoria histórica se han dedicado a asegurarse no solo una justicia servil a sus intereses mafiosos, sino también capaz de convertir a los que protestan en criminales y a los verdaderos criminales en altos cargos.
El caso de Alfón es emblemático, con la Ley Mordaza a la vuelta de la esquina. Esperemos que Manuela Carmena y, de otra forma, otros representantes de nuevas fuerzas nacidas del hartazgo de la corrupción y la violencia institucional oigan las palabras de Elena, la madre de Alfonso, que no es mas que la punta del iceberg de una política social desastrosa que se traduce en represión por parte del brazo armado de la derecha española. Cosas como la libertad de expresión y manifestación quedan así en entredicho, mas ahora que los políticos salientes temen a los entrantes y su capacidad por cuestionar cosas que no han cambiado desde la dictadura, al menos no para los luchadores de base: la presunción de inocencia, los derechos humanos en comisaría, la libertad de expresión y un largo etcétera. Hasta los observadores de fuera están escandalizados de que en España, en una España maltrecha por los recortes, vayan a intentar que no se pueda filmar a los policías. Así nunca hubiéramos sabido la verdad ni de sus infiltrados en las manifestaciones de sol, de su violencia como lenguaje, no hubiéramos sabido la verdad sobre la muerte de Juan Andrés Benítez y tantos otros. La gente del desalojo del Centro Social Trece Rosas sabe bien como actúa un sector de la policía de la capital cuando un partido no les gusta a ellos o a los que los envían y protegen.
El apoyo y la solidaridad vecinales han hecho que Alfón como Laura Bugalho -sindicalista gallega- encuentre apoyo ante un nuevo montaje vendetta policial que solo recae en la gente dispuesta a expresarse, o como en el caso de Bugalho, a destapar mafias en las que está implicada la propia policía. Creo que gracias al avance de nuevos partidos se debería atender a las peticiones de Elena, liberar a Alfón y empezar a sanear unas instituciones que, cuando nadie les oye (o los filma) se burlan no solo de la «democracia» sino de los derechos más básicos, como el de tener una ideología propia y contraria a los que, hoy por hoy, detentan los mandos. Esperemos que los aires renovadores suenen en favor de Alfón y muchos otros y otras que no se quedaron viendo como les arrebataban el derecho a la vida, la vivienda, la libertad etc etc. Arremetiendo contra los jóvenes se guardan las espaldas para un tipo de país que ellos no quisieron abandonar al igual que no quieren abrir las fosas de los fusilados por los suyos. En este juego tan sucio todas somos Alfón y tantos otros que han tenido la osadía de militar en un partido o sindicato y luchar en la calle por sus derechos básicos. ¿Que podemos esperar de un grupo de corruptos que elige entre sus amiguetes a los que les van a juzgar? Pues cosas como esta. Las nuevas fuerzas políticas deben estar del lado de Alfonso Fernández ya que los que los hemos votado lo estamos y lo seguiremos estando. Nuestra democracia ha estado, como Alfonso, en libertad vigilada, es hora de quitar la venda impuesta a los ojos de la gente y de la propia justicia. Nos jugamos demasiado.