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La vida y obra de James Baldwin muestra la evolución de su sociedad: son los tiempos en que Rosa Parks se sienta en un autobús desafiando una prohibición racista, mueren asesinados por la derecha de EEUU tanto Marthin Luther King como Malcom X. También aparece unido al jazz y a otros autores que por primera vez mencionaron la homosexualidad en la Norteamérica conservadora de los años cincuenta como Tennessee Williams, NelaLarsen, Truman Capote, Carson McCullers, James Purdy o Patricia Highsmith.  También encontramos en Baldwin la herencia del poeta gay Lagston Hughes o de afroamericanos de renombre más cercanos en el tiempo como Richard Wright (Native Son) o Ralph Ellison (El hombre invisible). Aunque nadie en la academia de aquí o de allá negaría el hecho de la discriminación o la articulación de subculturas raciales para comprender la narrativa de Baldwin, todavía hay quien piensa que su vivencia de la homosexualidad en la sociedad macarthysta es un hecho irrelevante o sobre el que se puede pasar rápidamente.

Muchos libros de James Baldwin fueron traducidos al castellano hace mucho tiempo y sigue siendo un famoso desconocido como ocurre con la dramaturga LillianHellman o la novelista Shirley Jackson. Pero la fuerza de obras sobre la violencia racial como “Blues para Mister Charlie” o la riqueza de matices de clase y género depositadas en “Otro país” hacen de él un autor, todavía, a reivindicar. Baldwin políticamente estuvo mas cerca de Luther King que de Malcom X aunque las memorias de este último siguen siendo un documento impagable sobre una lucha entendida de forma personal. El asesinato de Luther King en 1968 le hizo volver a Francia, donde publicó “Tell Me How Long TheTrain’sBeenGone”, donde contaba la historia de un actor negro que mantiene relaciones con una preciosa actriz blanca y un chico negro. Al mismo tiempo, AudreLorde (madre, negra y lesbiana) contó la experiencia de las afroamericanas sin recursos en un libro menos belicoso que los del reverendo como es la fascinante “Zami”, recién editada (por fin) en castellano. La politización de la obra de Baldwin puede observarse claramente en su ensayo “No Name in the Street” (1969), en el que abogaba por “un socialismo propio, formado por y respondiendo a las verdaderas necesidades de los norteamericanos”. Mucho después, en 1985, publicaría “Evidencia de Cosas no Vistas”, acerca de la muerte en Atlanta de 28 niños negros.

Baldwin es heredero del renacimiento del Harlem. Muchas de sus historias pueden leerse con música de jazz que antes de su estandarización perteneció a los negros y a otras minorías que expresaban así su lamento pero también su enorme sentido de la belleza, huyendo del victimismo a favor de la poesía. Así Louis Astromg, John Coltrane, Charlie Parker  o sobre todo Nina Simone cantaron al amor y la lucha, pero también a la experiencia de la negritud en la Norteamérica sureña. Baldwin desmontó esos mecanismos mentales por los que el oprimido adora al opresor.  En sus novelas no faltan los diálogos, un estilo dinámico  otro algo mas desfasado, que no obstante, no logran rebajar el interés humano y la calidad literaria de toda su obra. Un mundo de humo, baterías, subsuelos, compañerismo, miedo, persecución y homoerotismo que  fue recreado de forma barroca y estetizante por el cineasta queer Isaac Julien en “LookingforLagston”, agarrándose a la belleza del color diferente de las pieles de los personajes.

Rompiendo esquemas  y quitando velos, Baldwin ocupa un puesto de importancia de transición en la literatura afroamericana y en la literatura gay o que aborda, con cada vez menos prejuicios, la diversidad sexual y amorosa. Nacido en Harlem, su obra es mas intimista que la de los famosos beatniks pero también más profunda. Como ellos amo el jazz, la autodeterminación y el empoderamiento de la gente señalada por su raza, orientación sexual o procedencia social y geográfica. Todo esto lo deja claro en sus frases sobre el amor. “El amor no es un punto de partida o llegada es un verdadero campo de batalla y conquistas”.

Por estos lares, si bien ha florecido cierta literatura LGTB, la literatura racial ha sido menos fructífera. Así, en los márgenes de lo poscolonial, es mas fácil encontrar autores marroquíes en Francia o pakistaníes en Inglaterra que ver publicadas las obras de los gitanos, las gentes que emigran o que vuelven. Tal vez solo Latinoamérica haya brillado como una herida luminosa y productiva en el campo de las letras en castellano. La raza, el género, la orientación sexual, la clase social, la diversidad funcional etc. son elementos que unen pero también separan en el miedo. No debemos verlos únicamente  como vectores de opresión sino también como chispas de creatividad o espacios de posibilidad por explorar.

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