Imagen: El encuentro de mi novia con los júnjumos pitufos, Víctor Atobas, 2024.
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El encuentro de mi novia con los júnjumos pitufos
Víctor Atobas
Adobes
verdes
índices
comiences
sinopsis en página equis
encontrarán salutaciones
a las guarniciones
de la ronda de noche
que se preocupan por el brillo
lirismo fuera de surco de mi zoozobra
mientras me piden, con suma amabilidad,
que deje de prender luciernagal
en el fluente pedestal de cardeña:
¡saludos,
júnjumos pitufos,
saludos de un niño filósofo
juguetón locamente
enamorado!
¿Tenéis, júnjumos pitufos, rectángulas orejas
fabricadas con sordera
en reverbera de onda negra
encartabón,
o acaso sabéis leer
el color del poema?
Quisiera explicaros algo, júnjumos pitufos,
y os rogaría que entendierais
la inocencia de mi profesión:
la filosofía que no entristece
o que no burla júnjumas autoridades
sólo sirve a reacción falange enlosa
red extensa
millán astray
necrópolis de tánatos viva,
necrópolis
de cristianizado pensamiento
en cruz moral
en cruz laboro
en nave ¿verdad?
de catedral nihil.
La filosofía que no entristece
o que no burla júnjumas autoridades
sólo sirve al iris del zunco
mas, frente a las repetidas encerronas a la luz,
la filosofía guerrillera sigue iluminando el mundo
para que belleza y vida encuentren abierto el sendero;
superado ya el terreno de la kantiana razón
que impedía al pensamiento alzarse en su seno,
la filosofía sigue hegel
sigue marx hoy día
sigue
no se detiene la cabalgadura
del caballero de la roja fe
sigue
y yo sigo en la albura con ella
palideciendo al cuatrero cuarzo
ramalazo de las féminas perlas de cardeña,
de quienes soy pensador de cabecera
y ofrendador de regalos;
sigo en la albura con ella,
pues la filosofía
es la más madura de las damas
que facen sobre el temor y el temblor
de esta tierra enrojeciéndose,
una mujer madura que ya viene
abrazando desde hace tiempo
la orilla oculta de mis poemas,
y a quien ahora bautizaré
en el río
del filum del verso:
filosofía es tu apellido
mas, tu nombre,
tu nombre es úrsula
úrsula mi amor
úrsula ínsula
amor mío.
Úrsula:
acaríciame fuera de la fosa del templo
con la rosa de tu estatura hegeliana,
échame encima
la parte tramposa de platón
y las dentadas uñas
de los neokantianos en criaderos
universitarios de falderos
perros de estado;
recuerda, úrsula,
cuando me juzgaron en la complutense
por querer hacer hablar a nuestros deseos
y mi maestro, el más grande pastor de guerrilleros,
tuvo que quebrar estábula para auxiliarnos;
recuerda, úrsula,
que toda la moral de cristo
está en nuestra contra;
recuerda, también,
que no voy a renunciar al verso del pensamiento
por muchas penurias que me acarreé,
que no voy a renunciar al universal concreto
de nuestro beso
por muchas amenazas que caigan
sobre la puerta
de lo absoluto.
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