(Imagen generada con IA)
El último poema a la cardeña
Víctor Atobas
En la cinta nervadura de presteza
me señalasteis, amigos míos, al turco
cabeza de chivo expiatorio de cardeña
que habíais elegido como leña a astillar
aserrín júnjuma
él no trabaja
trágala aserrán
no vale para nada;
yo insistí en que él, que era el miembro
de mayor edad del grupo de perlas,
aun no estuviera
empleado en la reserva
del astillero naval sestao,
tenía derecho a la existencia
así como a buscar amor en otro caladero.
Cuando él se mudó a los burgos
y yo empecé a abrir mi alma
en las revelaciones del poema
me convertí en el nuevo chivo expiatorio
y cargasteis contra mí todas las humillaciones;
si tanto os irritaban los bastiones de mis palabras
podríais haber ignorado mi verdad poética
mas no lo hicisteis.
No os preocupéis, amigos míos:
a partir de ahora aguardaré
la duna favorable de la arena,
cantaré a todos los burgos del planeta
y no a un diminuto rincón de la cardeña;
tarde o temprano
me marcharé del pueblo
y vosotros tendréis que indagar
en búsqueda de otro chivo expiatorio
sobre el que volcar todas las culpas
todas las amenazas
júnjuma aserrín
trágala aserrán.
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