(Imagen generada con IA)
El delirium de lo sublime
Víctor Atobas
Ruta jesuítica trágala
en san sebastián perdido
con guillermo, qué diablos hacemos aquí,
como dos escupidizos
pokemones lickitungs,
en el molde de hierro
del termo de café frío metal
centrífuga
fundición de la mano molde naval
sentado
astilla chutada
jeringa en arteria magistrada;
no se trata de la judicializada toga
de la picadora moral, de acuerdo,
pero cuándo no encuentro las palabras
para expresar el movimiento de mi espíritu, amigos míos;
entonces el juicio es auto
pues mi garganta sufre ganzúa garrote
vil de genocida franco
y la palabra ahorca
rompiendo eslabones al vuelo
mientras actúa a la escucha del dictado nudo;
entonces no podéis percibir los escalones del san francisco
puente que parte desde la orilla alada de mi espíritu,
pues no alcancé el en-sí de la palabra;
mas, ahora,
ahora
elevaré
la determinación finita
hasta el infinito de la luz primera
como la jungla alzando húmeda arboleda de tucán
y el encendido cielo monte luciernagal,
tumbaré las ásperas polvaredas
del hito amargo de los sueños,
entregándome al saturno de la marejada de las facultades
que fugan bermejos groselleros júnjumos
a través del delirium de lo sublime,
a través del repentino brillo
del iris de vuestros ojos desprevenidos
que me miran con amor
mientras de vuestras bocas brotan
náufragas palabras.
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